Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.” Cicerón
El lunes 28 del mes pasado, se cumplió un aniversario más, de uno de los momentos más desafortunados por el impacto que tuvo para nuestra historia, y que la cambió irreparablemente hasta el momento, porque después de a tan solo diez años de haber dado toda la ciudadanía, un paso más que importante, hacia un mundo de oportunidades de la que nadie o muy pocos pueden negar su existencia, y el cambio estructural que significaron esos diez años para nuestro país, tanto que muchas de las instituciones creadas durante ese corto tiempo, aún se mantienen, y no han sido mejoradas.
Por primera vez, en mucho tiempo, se dio un hecho, que no se repitió más, en el que tanto maestros, como profesores universitarios, estudiantes, artesanos, campesinos y ante todo militares se unieron, y juntos decidieron construir el camino hacia un cambio social, económico y laboral para la sociedad en general, el que, aunque inició armado, continúo desarrollándose en forma pacífica y democrática, fue tan importante y progresista que puso a temblar a muchos y diversos intereses.
Ese momento histórico nacional, que cambió nuestra historia, y que después del fatídico 28 de junio de 1954 se torció, derivado de que mientras caminábamos hacía adelante, confluyeron a nuestro alrededor circunstancias importantes; una que estaba modificando la agenda mundial, otra que se situó internamente, las dos nos convirtieron en un actor necesario para el imperio, hecho que vino a significar un retraso que, más de seis décadas después nos tiene hincados, la guerra fría en la que el imperio temió, tener como vecinos a estados de ideología progresista, que derivado de los cambios impulsados después del 44, que en primer momento fue aceptada, para posteriormente convertirse en un peligro real.
Hoy vivimos el resultado de ese momento, en el que las elites guatemaltecas, encontraron su mejor aliado en los EE. UU., para mantener las estructuras que se habían implementado después de la supuesta independencia, que todos sabemos que no existió, los verdaderos dueños del país no podían aceptar, menos dejar pasar, que diéramos pasos adelante para ser un país desarrollado, y utilizaron todas las armas tanto mediáticas, como politiqueras y de cualquier otra índole que tuvieran a su alcance, acertándonos un golpe del que aún no nos reponemos, y del que de momento difícilmente saldremos.
Hoy en 2021, las estructuras que nos mantienen de rodillas, designando los presidentes que nos han “gobernando” en los últimos años, y que hoy se suma a tal designación el propio sistema de justicia, esas mismas estructuras conviven con un problema que significa una bomba de tiempo para ellas, porque en el momento actual y aparentemente por mucho tiempo se han tenido que acompañar por socios de ruta que les traerán consecuencia nefastas, estos socios de camino están representados por el narcotráfico, corrupción, trata de personas y cuanto mal surja al día de hoy, los ricos emergentes que no son parte del status quo, pero con los que los miembros de este, tienen que convivir, y a quienes no les agrada, pero de momento se tienen que hacer de la vista gorda, porque una lucha de poderes no les conviene.
67 años después, de los sucesos que torcieron el camino, por el que estábamos empezando a construir una nueva ruta, derivado de intereses mezquinos nacionales e internacionales, dentro de los internos, entre otros, está la necesidad de mantener una forma de vida arcaica, pero beneficiosa para quienes han mantenido la hegemonía económica en el país, con un sistema educativo propio de un país retrasado no subdesarrollado, en el que se privilegia los intereses mezquinos de un “señor” que se ha enriquecido de la pobreza de nuestra falta de educación, y esto es solamente un ejemplo de lo que no debió haber sucedido.
En el plano internacional al imperio le interesaba que como súbdito que somos, que no aliado, menos país amigo, no nos giráramos hacia lo que ellos llamaban izquierda, cunado lo único en lo que nos estábamos convirtiendo era en un país progresista, de avanzada, pero ¿Qué señor feudal puede aceptar que su siervo deje de serlo? Ninguno.
Se utilizó cualquier tipo de artimaña, para mantener a una región de rodillas por siempre, hoy los daños colaterales se siguen incrementando con el paso del tiempo, porque el tiempo no perdona un instante perdido, menos aún el mismo tiempo robado, ese fue el mayor daño que nos causaron como país, nos robaron el tiempo futuro, con el cual hoy no contamos.
Se debe tener presente el pasado, para que no nos vuelva a sorprender y más aún: golpear.