Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

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Nietzsche utiliza la expresión “cabalgando sobre un tigre” en “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, recogiendo un proverbio hindú «quien cabalga un tigre, no se apea fácilmente de él».

Cierto es increíble porque ver en los sueños cabalgando sobre tigres, es solo una locución agraciada, si no una realidad tangible que se vive en Guatemala, los políticos, las empresas que crecen. No tenemos un líder, inspirar a cada miembro del equipo de gobierno para alcanzar su máximo potencial es un propósito admirable. Es evidente que aquí se valora el crecimiento y el desarrollo.

Significan para Guatemala treinta y nueve  años de frustración, de ira, de sueños truncados y de desesperación. Treinta y nueve años de opulencia de que se vulneraron los principios morales, ignorando la miseria de los guatemaltecos, derrochando lujos, ostentando prepotencia, fortaleciendo la impunidad de militares y civiles y hartándose en la abundancia y demasía del dinero mal habido.

Es larga la lista de los presidentes que se jactan de ser solidarios, fraternales y democráticos, engañando en sus campañas con discursos inútiles, cuando a la población casi todos ofrecieron el acceso al poder, a la riqueza y a la cultura. Nos embaucaron con sus promesas y cuando se treparon al poder se volvieron más amantes de la prepotencia, la vanidad y el lujo, haciendo gala del mayor cinismo. Durante esos gobiernos, el jolgorio, el despilfarro desmedido y el derroche de los dineros del pueblo estuvieron a la orden del día. Se rodearon de toda una corte de aduladores, serviles, tagarotes y lacayos. Hubo falta de pan en las mesas de los pobres, carencia de medicinas en los hospitales, falta de carreteras y caminos vecinales y un largo etcétera.

Debido a los personajes y equipos a quienes hemos confiado la conducción del Estado, unos cínicos, otros fariseos y otros ególatras, Guatemala estancó su desarrollo. No hemos comprendido que la democracia es una concepción funcional y estructural encaminada a dar vida al Estado por los senderos  de la cooperación, la solidaridad y el respeto.

Tenemos  39 años con una democracia casi perdida. Nuestra realidad es aberrante, nuestra miseria es frustrante y nosotros los guatemaltecos, somos ahora una población desesperanzada, con incertidumbre de nuestro futuro; un Pueblo con ira y con rencores.  Guatemala sufrió una larga atadura de mentiras, de acidez, de amargura, de equivocaciones y de actos u omisiones infames y malignas, a Guatemala la engrilletar pérfidamente; más el acabose y la puesta de la tapa al pomo fue Giammattei y su amante  Miguelito Martínez, quienes vulneraron totalmente el arquetipo político de la Constitución, siendo ellos los mayormente responsables de cohabitar y ser parte de un poder paralelo ya existente y del cual Giammattei los dos cobardes, porque siempre participaron bajo la sombra, pero su descaro en sus 48 de su gobierno.

Hace casi 30 años en este mismo vespertino, en mi columna hablé de dirigentes reales un adalid, pero siempre estamos igual de mal. La ausencia de liderazgos verdaderos  y auténticos del país, es parte medular del gravísimo problema de nuestra situación como Nación. En Guatemala, las diversas coyunturas  sociales  y políticas han propiciado  el   surgimiento de personajes,  algunos de valía moral e  intelectual; pero otros, la gran  mayoría, con escasos niveles culturales y rellenos de ambiciones, codicia, oportunismo, posiciones indecorosas y conductas delictivas.

Debemos estar sumamente claros que hay una diferencia abismal entre lo que es un dirigente y lo que es en verdad un Líder nacional. Dirigentes los hay por montones, es un   mercado de muchos colores, posiciones y conductas. Hay dirigencia política, popular, empresarial,  profesional, la hoy reconocida guía de las etnias mayas, dirigencia  militar, religiosa, etcétera. Dentro de la dirigencia de los diversos  sectores hay de todo: están los idealistas, los pícaros, los arribistas, los honestos y probos, los ladrones y corruptos. Estén los que manejan una verborrea propia de campeones de oratoria y ejemplos de cinismo y algunos fanfarrones presuntuoso, falsos predicadores de conductas moralizadoras, fariseos y violadores de la ley, ignorantes dolosos de la dignidad del hombre y sus derechos naturales.

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