En mi etapa de juventud tuvo un fuerte arraigo, una raigambre muy positiva en mi formación como profesional, pero sobre todo en el actuar como hombre consciente que entiendo la insuficiencia de nuestros sistemas, lo injusto de nuestros estamentos sociales, lo inhumano de nuestras posiciones racis¬tas y esclavistas y lo angustioso de nuestra situación como Nación. Por esas razones, después de mi trayecto universitaria he tenido la compulsión de seguir formándome y conociendo más y más de nuestra aberrante y desviada realidad y destino social, de seguir tratando de buscar lo positivo de aquel entendible nihilismo en el que nos encontramos muchos de esa generación.

Esto resulta ineludible para situar la figura de Bernardo Arévalo de León, un sociólogo, filósofo, antropólogo, escritor, académico y político, quien tiene la formación social, moral e intelectual de nuestra generación. En esta concepción nos sentimos vivos al lado de universitarios valerosos y democráticos, quienes supimos la diferenciar entre la libertad y la opresión, entre la dignidad y el vasallaje, entre la justicia y la arbitrariedad, entre la decencia y la inmoralidad. Aquí está el nuevo Presidente, un hombre quien jamás tuvo asomo la antinomia y el desdobles, la farsa y la irracionalidad.

Siempre lo he dicho: cuando los pueblos han orientado su rumbo por el camino de la democracia, no ha sido una tarea fácil, y arribar a un sistema de vida democrático encuentran rutas sembrada de obstáculos y sinsabores. Ahora es la tarea de conjuntar y obtener consensos de grupos que pretenden practicar la democracia real y no una democracia de fachada, es un estorbo y un escollo. Estamos entendiendo grupos o personas que conforman con esfuerzo de un partido nuevo y totalmente comprometido con sus principios, con una génesis de profunda conceptualización social.

Estamos hoy acogido, con beneplácito la esperanza y optimismo con Bernardo Arévalo el Presidente de los guatemaltecos. Arévalo está abierto con una plataforma ideológica, con estructura programática un proyecto de Nación que beneficie a todos los chapines. Arévalo como sociólogo es un acucioso investigador en el aspecto humano; Arévalo es un hombre valeroso, esforzado y útil a la causa de lograr la justicia so¬cial y el bienestar para todos los hombres. Arévalo es un ciudadano que tiene hombría de bien, un intelectualidad que tiene templanza y valor Arévalo como gobernante debe arribar a con­sensos, lo hizo no sin antes pasar por etapas de disenso, enfrentamientos conceptuales donde se han conciliado dialéc­ticamente diversos enfoques sobre cómo estructurar con un conjunto de acciones con una organización para ejecutar de forma coordinada para alcanzar una meta, y producido diferentes sesgos de acción y pensamiento de todos los actores sociales que lo conforman, pero lo importante es que se ha dado la participación y el consentimiento, elementos esenciales y fundamentales para acceder a la práctica de una democracia real.

Porque en este movimiento cuando se inserta de un partido político humano, que no solo ha sido rebasado por la historia, sino que ha demostrado en múltiples circunstancias y ante diferentes coyunturas que es un ente político indefinido, impuro y poco serio. Por ello son necesario espacios políticos con un movimiento que ha nacido con decencia, moralidad y honestidad, con una forma de hacer política correcta, justa, democrática, con dignidad, solidaridad, con justicia legítimo.

Arévalo es un hombre ilustrado, educado y como político, ha estado siempre al lado con los correctos, acertado y respetuoso, que ama la libertad y la democracia. Y un hombre legítimo e idóneo, un ser justo, hombre recto, sensato, honesto, porque está siempre al lado con los derechos humanos. Es un hombre vertical, decidido, útil a la causa de lograr la equidad social y el bienestar para todos los hombres, un hombre innovador rebelde, una intelectualidad, pensante, justo y solidario.

Y nosotros los guatemaltecos estamos con blancos ropajes de alborada amanecimos y cantando a la esperanza, estamos bebiendo el cáliz de abundancia, de agua clara con abierta democracia. Allí estaremos con nuestro obrero constante compañero y el campesino labrante del sustento, porque ahora encontramos en grandes avenidas con abrazos fraternos y solidarios, hicimos frente a la luz del día nuevo, con palomas blancas de paz por todos lados tañer campanas con aires libertarios.

El nuevo Presidente dignifica a toda una raza y todo un Pueblo y enaltece a toda Guatemala. Un mandatario con humildad y paciencia, con respeto y sencillez, hombre comedida y mesurada, con dignidad y valentía. Arévalo del partido político Movimiento Semilla, ganó la Presidencia de la República de Guatemala este domingo 20 de agosto. Con el 100 % escrutado, Arévalo de León, quien hace binomio presidencial con Karin Herrera, sumó un total de 2 millones 441 mil 661 votos a su favor, que representan el 58% del total de sufragios emitidos -4 millones 208 mil 985-, mientras que su contendiente, Torres Casanova, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), obtuvo 1 millón 567 mil 472 de votos, que corresponden al 37.2%.

Hoy esta columna está de fiesta, todo el país merece elogios de miles de guatemaltecos que apoyaron la candidatura de este insigne guatemalteco, que los animaron y avalaron, porque conquistó un espacio de primera línea en una sociedad elitista, racista y discriminadora; y porque los abuelos, hijos y nietos despertaron como amanecidos en un limpio arroyo de agua clara de igualdad, democracia, fraternidad y respeto. Hoy en este País de la eterna “matadero”, en esta bella Guatemala de cenzontles y maizales, en esta Guatemala morena con color de champurrada, se siente un júbilo sincero y colectivo, porque otra vez se vive la conciencia.

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