Flaminio Bonilla

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Flaminio  Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

Cuando  finaliza   un  año  en  la vida  del humano,  se acrecienta  nuestra historia de  temporal travesía,  a  veces muy  dolida, totalmente atribulada,   por algún   querer  de  olvido;   en  ocasiones  flexible  dando amor  cual  torbellino  y  abiertamente  a   montones,  por esas  cosas   tan  bellas  profundas,  ciertas,  sensatas,  que nos  marcaron  la  senda por  los  caminos  del  mundo.    Se acumuló   otro  crepúsculo,  nos   caló   duro  el  invierno,  nos   roció   la   primavera,     y   muy   atrevidamente   nos acalora   el   verano.   Pero   inexorablemente   el  otoño  en nuestra  vida  nos  inquieta  enormemente    nos  trastorna la memoria,  nos  hace  retomar  temas   de algunas ciertas vivencias,   unas  crueles  e  inhumanas  otras  suaves  y benditas,  algunas  tiernas  piadosas   de remembranzas hermosas,  conjuntando   en  todas  ellas    un   gran   miedo por  la  muerte.

Porque   vemos  temerosos    que  somos  unas  minucias,  a  quienes   un   Creador   artista,    de  hombre  su  fisonomía,   con   deidad   y  omnipotencia   nos   insufló  vigor  y   aliento   y   nos   obsequió    la   Vida.    Pero en el devenir de la existencia  nos vemos menos terrenos, no tenemos más aquella   soberbia  y  grande  templanza,  de los  añorados años   hace tiempos  ya pasados,  de los impetuosos vientos  de  la  fogosa  y  vibrante   juventud siempre   ardorosa  turbulenta  y  enredada   edad   de  la adolescencia.    En mi vida me gusta  pensar  en un mejor  futuro  con confianza con claridad,  y  estoy siempre  repuesto, refulge el ánimo y la rememoración  cordial,  aunque sea de luchas en parte  estériles e infecundas,  muy   inútiles  y yermas; pero que con  afán, decisión y encomio  tratamos  de   realizar    y pretender alcanzar.  He  preferido  NO  compartir  mis  actitudes ignotas, mis parafernalias  o mis  desazones,  sino  hoy  aquellas   tenaces y memorables y  en parte vivificantes en  mi vida  terrenal  de aquel 2021 que finaliza  y  que  viví  intensamente   este  miedo con la Pandemia COVID-19,  con eso  que estimo  y  creo  fue   una  correcta  realidad; debo comentar  que  tuve  una compañera,  que  jamás  me  abandonó,  esa   Soledad  que ya   nunca  presente,  que  tampoco    no  me causó  temores,  sino  más  bien   me  hizo  crecer  en  espíritu  y  esencia.  Puedo decir   algunas  cosas pequeñas  insignificantes, con un  “college”  un parte de mi  vida,  se  los comparto  para  su dilucidación,  de    mi   familia, mi esposa Diana, los tres  hijos varones  Andrés,  Pablo y Javier, mi hija mayor   Cristina   y   mi  nieta Marcela, mis padres Flaminio (RIP),  Margot  y mi hermano Sergio,  a  todos quienes   amo.

Estos dos   años,  2020-2021  fueron  muy duros a todos;  pero  a nuestra  familia  fueron bienaventurado y memorable;  el 2020  mi  hijo  Javier se   graduado  en Ingeniero Químico e Industrial de la URL  y  también  fue el Matrimonio Civil y Religiosos este 2021 Javier y  su esposa Regina;  en este año nuestro  hijo Pablo y su esposa Gaby  nos dieron la  dicha de ser  abuelos, porque  en  febrero  2022 estará  el  -niño-   Tadeo Bonilla Lara.   Otro  logro del clan Bonilla–Salazar,  el  28 de noviembre  2021, mi esposa  y yo,  Dios  y con el  Cura   se  celebró  los  Votos de nuestro Matrimonio  Religioso;  fue hace más de 41 años el Matrimonio Civil un  11 de abril 1980,  por ello  estamos con alegría   y  regocijo.

Para la  familia es lo primero, por ello estamos alborotados y casi siempre   imprimimos   nuestros   bríos  en  todos  aquellos  sitios    que  cual   luz  de  alguna hoguera   nos  daban   la  bienvenida    y  calor   nos  estampaban   en  la    fulgurante   vida.    Pero  cuando damos  vuelta    a  ese  ingrato   calendario,  esos  otrora brillantes    momentos  con  oropeles   instantes   siempre impetuosos,   nos  invade  la  nostalgia     y  presente  en  la morriña   el   revuelo  y el  impulso,   por   aquellas   siempre limpias   pinceladas   de  entusiasmo  y  todas   esas quimeras,  esas    inquietudes    nuestras   de   alcanzadas utopías.

Nuestra imaginación vehemente de vivir  adulterando  nuestras  tantas  fantasías    y  nuestro sueño dorado   de jamás tocar las puertas  del  arribo a ese invierno   de  la vejez  y el  ocaso.      Sentarnos   en  la  mecedora    cargando a   esos  retoños,   a  quienes   Dios   algún  día nos   prestó para   mimarlo  amarlos   y  consentirlos  esas  grandes  travesuras,  y  sentir  que   nuevamente  aunque   sea   en  nuestros  sueños,  somos esas  pequeñas  criaturas  tremendas   y   revoltosas  bulliciosas   y   golosas  a   quienes les  llaman  “nietos”,   niños    guapos   ufanos  y  siempre ardorosos    y  no  por  alarde   frívolo   ni    vanagloria   o jactancia,  sino   simple   y  llanamente   son   hijos   de nuestros  hijos.

Nos sentimos  muy   lozanos,   creídos   siempre  arrogantes  que  el  tiempo  se  detenía, y    jamás  en nuestro  espíritu  pensamos   en  ese   día   que   la   muerte ganaría  y   vencería   a   la    vida.  Por ello  aprovecho  para recordarles  algunas  reflexiones  que formulé   el año 2021, absolutamente a toda la familia y  mis amigos, que  han  sido  mi   sostén   y  soporte,  guía  y  buena   sombra;  con mucho  he crecido   fuertemente  en cordura, prudencia   y   reflexión;  un sinnúmero  de ellos    desde  años  me han   ayudado en el logro de obtener  una madurez  emocional   y  espíritu.  He aprendido  y recibido  consejo, orientación  y sabiduría de mi vida profesional abogado,  como político   y escritor;  de quienes  he asimilado  verdaderas  lecciones de vida y de mil realidad  como hombre  perfectible; para  quienes  me  han animado   y con quienes he compartido  en la búsqueda  de la excelencia.  Creo que tengo  todavía     inyectado   de ese  coraje   y bravura  que  tenía  cuando  eran  un  patojo  “chispudo”,  porque  a  pesar de mis  71 años,   creo  que  soy  audaz  y para que acometer  acciones  con ardor  y  pasión.  A  los amigos  y  familia, que han compartido  mi vida  y  mi historia.  Hoy le  ratificó a mis seres  queridos,  mis amigos,  gratitud  por  todo  aquello  que hemos compartido  y  vivimos juntos, de este  corazón que es para todos,   porque  ustedes  son  verdaderos y reales   amigos.  Que  el  Niño Dios, les bendiga  a todos  en estas  fiestas de  meditación  y que el nuevo año  sea  de realidad   mejor  que los  pasados.   Un abrazo y reiteración de  mi profundo   afecto.

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