Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

Ahora un paréntesis en los acostumbrados comentarios y análisis políticas, en las críticas objetivas a acciones de hombres públicos y de gobierno, para dar espacio al sentimiento y pesar la muerte del 18 de octubre, de un gran amigo, un hombre en el amplio sentido de la palabra.

Por un infarto cerebral por un derrame, murió JUAN ORLANDO “el Mono” GARCÍA RIVERA, es mi mejor amigo desde niños; estuvimos en la Casa Central y después en Escuela de Derecho de la USAC, los dos fuimos abogados y Orlando también Sociólogo de la Universidad Marroquín. Fuimos parte del Aula “Doce de Abril”, sitio histórico donde comenzamos a formarnos en nuestra profesión de Abogados, tuvimos nuestro impulso de esta vocación y nos empujaron al campo de las disciplinas sociales. Para nosotros ser parte de nuestra aula “Doce de Abril”, fue una epopeya de estos jovenzuelos, mujeres y hombres tipazos muy aguerridos y “experimentados». Y muchos patojos y patojos del “ANEXO” de Derecho, al lado de nosotros estos gran amigos y leales camaradas.

En un pequeño Ensayo en este vespertino publicado en tres partes, 23 de septiembre, 1 y 3 de octubre 2020: -La Generación del 60ª. al 70ª. El Aula “DOCE DE ABRIL” en DERECHO de la USAC- Y en este ensayo resulta ineludible situar la figura del “Mono” García Rivera. Somos parte de esa Generación, estirpe de patojos briosos cabrones; más de casi 200 muchachas y muchachos, cuando en un enero frio de 1969, esa nuestra juventud existencialista, nuestra afinidad socialista, compañeros con vivencia de injusticia, nuestra vocación humanista y asentaron nuestras posaderas en la Facultad de Derecho. Toda esa pléyade de muchachos con nuestros maestros hombres preclaros auténticos ideólogos de la socialdemocracia. Todos nosotros teníamos vida en la política de la Universidad éramos los muchachos de Derecho; otros al Socialismo marxista, algunos a la Socialdemocracia, la Democracia Cristiana y muy pocos Capitalistas -y los de siempre neutrales- “ni chicha ni limonada”. “El Mono” era mi amigos “mi pana” “mi cuate” desde nuestra infancia con otro camarada nuestro entrañable el “Chus” Jesús Marroquín Castañeda, -Frente Estudiantil Social Cristiano (FESC) “otro de lo de siempre”. Creo que solo el Chus, Mono y yo, teníamos nuestras tertulias con él en la casa de su sobrino-abuelo, el gran don Clemente Marroquín Rojas, allá en la Avenida Bolívar zona 8, de esta ciudad.

Con Orlando y nosotros en Escuela de Derecho, nos gusta estudiar mucho análisis, ensayos y siempre desvelados, nosotros “los Cuates” amigas y amigos, que éramos guerreros de la justicia, espartanos guerrilleros, burgueses y proletarios, todos esos bandoleros siempre sinceros que nos formamos, que siempre nos admiramos y nos “jodíamos”, en el devenir constante del ajetreo incesante de nuestro vivida de litigante estuvimos juntos. En nuestra recinto universitario en cuyas aulas augustas testigos de mil batallas y combates con la pluma y vivimos con la firmeza, de defender la justicia, desterrando la vileza, perseverando exactamente en el testimonio constante ecuánime y fervoroso de la ciencia del derecho, de la equidad y la templanza y vivir con entereza, tolerancia y gran llaneza; en este ejercicio de la JUSTICIA, de la DIGNIDAD y de la SOLIDARIDAD.

Hoy en mi corazón, me embarga un dolor muy profundo que cala hasta lo más hondo de nuestro núcleo, al despedir a alguien que como ser humano fue poseedor de las altas virtudes que mi amigo puede tener, mostrar y desarrollar en el decurso de su fructífera vida. Tenía empatía, fraternidad, humildad y amor. Te fuiste amigo, pero tuvimos construimos sueños, realizamos quimeras, creamos mundos diferentes, “profundizamos su raíz humana y ofrendaron su vida por los olvidados y desvalidos de la tierra”.

Que su esposa Carolina Noemí, sus hijos, su hermano Otto “Tostada” y todos sus amigos; ahora estas con DIOS con el Supremo Arquitecto del Universo. Descanse en paz, nuestro irremplazable mi amigo “mi pana” “mi cuate” JUAN ORLANDO GARCÍA RIVERA. “el Mono” “Clakers”. Como dice la canción de Alberto Cortez: “Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.

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