Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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Sale el caso la Línea, un caso emblemático de corrupción que describe en carne roja la captura del Estado de parte de los más altos funcionarios de Guatemala, el presidente Otto Pérez y la vicepresidente Roxana Baldetti, máximas cabecillas de una red de criminales que saqueaban las aduanas. Corría el año 2015 en Guatemala y en general la gente decía que eso no era nada nuevo, que se sabía que los funcionarios robaban. De hecho, los militares durante el conflicto armado habían cooptado las aduanas y otras instituciones a través de la llamada organización paramilitar la Cofradía. No es cierto que los militares no fueron corruptos durante el conflicto armado, no solamente asesinaron a miles de guatemaltecos sino se hicieron de propiedades, fincas, casas utilizando su poder absoluto.

Sale el caso B-410, el mayor caso de corrupción detectado a la fecha. Corre el año 2024,
caso que describe en carne y hueso la captura total del Estado con un cinismo extremo. Una mente diabólica (Miguelito), diseña, construye y desarrolla una estructura criminal en un entramado de 410 empresas, muchas de cartón, es decir que fueron creadas para evadir impuestos. El primer informe de la SAT, Superintendencia de Administración Tributaria de Guatemala, indicaba una evasión de 300 millones de quetzales. Pero hay informes que indican que la defraudación real pudo llegar a los 8,000, ocho mil millones de quetzales, más de mil millones de dólares.

En mucho el caso la Línea parece ser un calco del caso B-410, esto es, un sistema de
corrupción minuciosamente diseñado para evadir impuestos, donde empresarios corruptos
muchas veces le venden al Estado nada, esto es, solamente es un juego de papeles, donde
instituciones cooptadas dicen que compraron y los miembros de la red criminal dicen que
vendieron y los de la Contraloría dicen que no vieron, pero al final ni los impuestos pagaron. Pero los casos son diferentes. En lo que se parecen es que hay empresarios que son capaces de comprar empresas de cartón para evadir impuestos o hay empresarios capaces de negociar con redes criminales para que las aduanas no digan lo que realmente traen, de tal forma que no se cobren los verdaderos impuestos que le pertenecen al Estado: Corrupción.

Corre el año 2024 y sale a luz pública el caso Red Q, donde Giammatei penetra al Instituto
Nacional de Electrificación INDE desde una plaza fantasma de la secretaría de Planificación,
SEGEPLAN. Pero no fue solamente el caso de una plaza fantasma de SEGEPLAN sino la estrategia maquiavélica de que el dueño de dicho fantasma, plaza, fuese representante de SEGEPLAN ante el INDE, para luego convertirse en el presidente del INDE donde realizó una serie de actos de corrupción que suman millones de quetzales. Y así se presentan decenas, centenas de casos de corrupción que desde que fue expulsada la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG, no caminan, estos casos no caminan. El sistema de justicia guatemalteco se ha convertido en el principal defensor de los corruptos. Pero esos son solamente aquellos casos de los que se conoce, ¿y de lo que no se conoce ¡Válgame Dios!

El problema de la corrupción es grave porque en los estudios de corrupción se refleja que
Guatemala es uno de los países más corruptos en América Latina. El indicador de CESLA 2024 ubica a Guatemala con 84, siendo el menos corrupto Uruguay con 25 y Venezuela el más corrupto con 97 a la luz de este estudio. Ahora bien, la corrupción es una práctica social y, por lo tanto, hay corrupción económica, que se refleja en el robo de recursos financieros; la corrupción política, que se refleja en las formas corruptas de acceder a puestos políticos y el mismo control y manejo de poder en la sociedad con partidos políticos corruptos y la triste corrupción cultural. Es la corrupción económica la que más se ha estudiado, tal el caso del informe Paraíso Desigual que hace un análisis de la corrupción en el mercado de la infraestructura pública y concluye que: " Los resultados obtenidos revelan que, en el mercado de infraestructura, que es el de mayor valor, con 78 000 millones de quetzales (setenta y ocho mil), equivalente al 90 % del presupuesto nacional de 2019, en el período analizado, de 2004 a 2017, la economía de captura (corrupción) pudo haber comprendido el 35 % del total de contratos y 64 % del valor total de los mismos". Itálicas son mías.

En este estudio de la infraestructura pública en Guatemala de Paraíso Desigual del 2004 al
2017 se observa que la corrupción se ha institucionalizado. Pero los grandes corruptos son las grandes empresas, la macro empresa. Ahora el ministro Alvarado intenta desarticular y por ello los gritos, los berrinches de los corruptos. Pero, y ¿en salud? Bueno, aquí hay algunos casos judicializados como el caso de IGSS- PISA, un caso que llora sangre. El caso IGSS-PISA fue presentado por el Ministerio Público y la CICIG en el 2015, cuando se indicó que la empresa PISA, accedió a pagar como soborno el 16 por ciento de un contrato por 116 millones de quetzales. Bueno al menos en salud el porcentaje de la corrupción parece más baja que en infraestructura. Pero el caso, que fue un tratamiento de muerte para pacientes renales, no quedó en nada con el actual ministerio público, en nada. La corrupción alcanzó al sistema de justicia actual y no solamente afecta la infraestructura sino literalmente asesina a pacientes. Pero bueno, a los 12 implicados en el caso IGSS-PISA el actual sistema de justicia decidió anularles el juicio.

Hay entonces una corrupción económica asociada a la corrupción política, donde
funcionarios del gobierno hacen arreglos para estafar al Estado, a nosotros. Ciertamente la
corrupción mayor la hace un grupo pequeño de empresas en el caso de la construcción de la infraestructura pública según lo documenta Paraíso Desigual: Entre el 2004 y 2017 se robaron 20,000 millones de quetzales, si veinte mil millones, y eso lo hicieron los grandes empresarios, unas pocas empresas. ¡Vaya empresarios! Pero esto no es posible sin el apoyo de trabajadores estatales, funcionarios, que llenan sus maletas de dinero, como José Luis Benito, a quien la justicia actual le impuso una ridícula pena. ¿Y los 122 millones de quetzales que le encontraron en maletas en Antigua Guatemala? Este será su premio mayor por haber construido el Libramiento de Chimaltenango, una obra civil que simplemente no sirve.

Así, la corrupción en Guatemala se ha convertido en una profunda corrupción política
asociada a una corrupción económica, esto es, funcionarios públicos corruptos se asocian a
empresarios corruptos para desfalcar al Estado. El problema es que la corrupción se ha convertido en una costumbre, en una práctica cultural que norma el modo de hacer las cosas en las instituciones, tanto públicas como privadas de tal forma que las instituciones públicas construyen normas, reglamentos para burocratizar artificialmente los procesos. Estos burócratas realizan lo que yo llamo micro corrupción mientras que los políticos de alto rango, los funcionarios, ministros y otros realizan la macro corrupción, todos guiados por prácticas culturales bien establecidas.

El gobierno actual de Arévalo representa nuestra oportunidad para salir de la corrupción y así tener recursos para afrontar nuestros problemas más elementales: desnutrición, migración formada, mala educación, malas carteras, malos servicios de salud, malo todo. Es el momento de detener la corrupción en principio discutiendo sobre eso, haciéndolo público. Hagámoslo ahora Guatemala. Si no es ahora, no será nunca.

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