El gobierno del presidente Arévalo recién cumple cien días, 100, esto es el 7% del tiempo total. Si fuese un día de 24 horas, él llevaría un par de horas. Si fuese una vida humana de 70 años, sería un niño que ya vivió 5, casi nada. A este niño de 5 años le estamos diciendo que no ha hecho nada con su vida. Es un poco prematuro. Sin embargo, el presidente Arévalo no es ningún niño de 5 años. Todos esperamos que tenga un plan para este país. Las demandas al gobierno de Arévalo son enormes porque las expectativas también lo son. Sin embargo, hay que reconocer primero que Arévalo representa el rescate de la democracia y que su estilo de gobierno es democrático, algo a que la mayoría de guatemaltecos no estamos acostumbrados, por lo que no sabemos valorar a cabalidad. También hay que reconocer que hay problemas estructurales de cooptación institucional, que es el problema más importante, pero no el más urgente.
Hay problemas complicados y problemas complejos. Los problemas complicados son difíciles de entender porque no son problemas totalmente reales, son problemas que han sido inventados y los han hecho complicados los corruptos para hacer del Estado una madeja de seda enredada, imposible de deshacer por la misma burocracia, esto es, conocimientos, normas y prácticas sobre la forma de corromper, capturar y esclavizar a las instituciones. Estos problemas inventados, productos de mentes enfermas que se dedican a vivir del Estado, a través de un gobierno corrupto, deben desenredarse para entenderles mejor. De ellos, el más urgente es el papel de la fiscal en el mantenimiento del poder de facto del Pacto de Corruptos, ellos mandan. Ella es la punta de lanza de los movimientos pro corrupción, pro impunidad y sigue lineamientos de sus jefes, el Pacto de Corruptos. A Benito, el exministro de comunicaciones que hizo el Libramiento de Chimaltenango, solo falta que le den un diploma de honor al mérito por su gran obra. Así trabaja el MP y el sistema de justicia, defendiendo ladrones. A Sinibaldi ya le regalaron el sobreseimiento en el otro multimillonario caso, Corrupción y Construcción. A Miguel Martínez, ni que lo toquen. A su novia, ni que la miren. Todos estos corruptos se tapan con la misma chamarra: Porras.
A la fecha no logro entender por qué no se ha promovido desde el Congreso o del mismo Ejecutivo cambios en la ley que permite que la fiscal se mantenga en su puesto. La exfiscal general Thelma Aldana promovió ese cambio inconstitucional, atando de manos al presidente para no remover a un fiscal general. ¿Por qué no ha habido siquiera un intento de transformación de dicha ley? Tampoco percibo intentos de transformación del método de elección de las altas Cortes, que realmente depende de Comisiones de Postulación con postuladoras que serán idénticas que en el proceso anterior. Aquí creo que el liderazgo de Semilla, principalmente el presidente Arévalo y sus diputados, deben adelantar propuestas para mejorar estos procesos y sus leyes asociadas.
Ahora, las cosas del Ejecutivo, las cosas que debería tener claras son, primariamente, que hay que afrontar la desnutrición infantil, eso es urgente e importante. Ya existen programas exitosos, apoyados por la iniciativa privada, que pudieran servir de pilotaje, de base para un impacto en la mejora de la nutrición de los niños y niñas en Guatemala. Hay decenas de programas académicos en nutrición en las diferentes universidades. Hay que hacer una alianza. Aquí la vicepresidente debería tener el liderazgo y tiene la obligación de dirigir este trabajo desde la Secretaría de Ciencia y Tecnología y con apoyo del Ministerio de Salud. Ella tiene la experiencia de primera mano de los varios programas de nutrición de la San Carlos, a la que hay que sacar de su letargo. El Legislativo debe sacar de los escombros al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONCYT, y a la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, SENACYT, una cueva de burócratas, escondidos en plazas 029 no para hacer ciencia, sino para no hacerla. Pero la lucha contra la desnutrición debe ser prioridad y el CONCYT debe rescatarse, particularmente con proyectos que apoyen la nutrición en alianza con universidades y el Ministerio de Salud, así como apoyo de países amigos.
Otra prioridad del gobierno debe ser la mejora sustantiva de la educación, particularmente el aprendizaje docente y estudiantil. La educación sigue estando en manos de una ministra que de momento está más preocupada con que no digan que anda cobrando por plazas en el Mineduc que de entrarle rápido y de forma eficiente a los enormes problemas de aprendizajes de docentes y estudiantes. Los retos de las escuelas es que pueda haber aulas y escritorios, alimentos para los escolares, pero esa no debe ser la prioridad. La refacción escolar es importante, pero no es lo urgente ni lo esencial. En la vida cotidiana de los padres y principalmente madres de familia que tienen alumnos en la primaria pública guatemalteca, el asunto que les quita tiempo y paciencia es la refacción escolar. Debido a una mala planificación y a lineamientos erróneos, los maestros y madres de familia pierden el tiempo en tratar de cocinar sin tener las condiciones mínimas, (cocinas, cocineros, etc.) para hacerlo, merienda escolar que se ha obligado a dar sin tener un diagnóstico de cómo hacerlo de forma eficiente. Aquí nunca tocaron los enormes problemas en el aprendizaje de lectura y menos de matemática. Recuerden, nuestros niños y niñas están en el último lugar de aprendizaje de matemática en América Latina y el ministerio no hace nada y no dice ni pío de cómo piensa resolver este problema.
Se observan acciones estructuradas en pro de la mejora de la infraestructura vial del país, así como de un ataque frontal contra la corrupción en la cartera que dirige la activa ministra Yasmín de la Vega. De a poco, con sus luces y sombras, los y las ministras, avanzan en las transformaciones urgentes y necesarias, pero lo más importante en estos simbólicos cien días no es la cantidad, es la dirección. La mejor analogía para mí es reconocer que el problema básico es un problema de dirección. Con Giammattei y los otros, el país se dirigía al colapso. Ahora no. ¿Vamos en la dirección correcta? Mi respuesta y la evidencia dicen que sí. Por mucho, este gobierno es de gente honesta, que habla, que dice, que actúa, que piensa y que permite sugerencias. Es un gobierno que claramente ha tomado la dirección correcta: La democracia. Como escribiera el asesinado poeta quetzalteco Otto René Castillo: «Vamos patria a caminar, yo te acompaño». Vamos Guatemala, o es ahora o no será nunca.