Guatemala tiene quince universidades de las que destaca la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, la única universidad pública, la cual atiende aproximadamente a la mitad de estudiantes de educación superior. Es decir, de los 400,000 estudiantes universitarios, la San Carlos atiende a unos 200,000.
Estos números parecen grandes, pero realmente son pequeños comparados con los indicadores de otros países de la región. En efecto, Guatemala tiene el índice más bajo de acceso a la educación superior en América Latina con un lamentable 2.6% de estudiantes en edad universitaria (de 18 a 26 años). Y esto no es porque los estudiantes graduados de secundaria no quieran ir a las universidades guatemaltecas, sino porque en general no pueden ingresar, primero por razones puramente económicas, esto es, no tienen dinero para realizar estudios de educación superior y segundo porque no aprueban los exámenes de admisión.
Tome el caso de los estudiantes que desean ingresar a la USAC. Estos candidatos tienen que aprobar los exámenes de matemática y lectura, entre otros. En un país donde las pruebas de matemática que se realizan a estudiantes graduados de secundaria apenas la ganan el 10%, ¿qué se puede esperar? Dichos exámenes son de aritmética elemental, geometría básica, algo de álgebra y poco de estadística.
Con ese bajo porcentaje de aprobación se espera que pocos aprueben los exámenes para ingresar a la USAC y ese justamente es el caso. Apenas el 10% de los estudiantes aprueban dichos exámenes. Aproximadamente 90% de estudiantes que desean ingresar a la universidad nacional no pueden ingresar.
Esto cambia de Unidad Académica en Unidad Académica. Tome el caso del campus de San Carlos en Quetzaltenango, CUNOC, que en 2023 recibió aproximadamente 30,000 solicitudes y solamente ingresaron 2,500 estudiantes de nuevo ingreso, esto es solamente el 6%. Aquí se juntan grandes problemas que deben estudiarse científicamente por la misma Universidad de San Carlos, no solamente porque es fundamental aumentar el número de estudiantes, sino porque es su obligación apoyar en la solución de problemas nacionales.
El problema de acceso a la universidad nacional no es un problema aislado, forma parte de un sistema de problemas que reflejan por un lado la falta de investigación científica sobre aprendizaje que tenga efecto en las prácticas educativas de los docentes y por otro la ausencia de una política académica de la Universidad Nacional de Guatemala.
Los problemas de la mala calidad educativa de la secundaria están asociados a una universidad que en realidad no hace investigación científica en general ni investigación en aprendizaje en particular, exceptuando algunas unidades académicas que la hacen, pero también con bastantes limitaciones. Este problema es el reflejo de una institución dejada en manos de criminales que la han utilizado para desarrollar sus agendas politiqueras, particularmente rectores que se han enfocado en las comisiones de postulación y en la tarea de ubicar cuadros corruptos en el sistema de justicia y dentro de la misma Universidad.
Por mandato constitucional la USAC tiene funciones de docencia, de investigación y de extensión. En manos de los últimos rectores la universidad ha quedado sin brújula académica y se ha convertido en un sistema reproductivo escolar enfocado en la memorización y en la repetición. No solamente se tienen problemas en el acceso, con un índice de ingreso del 10%. De cada cien estudiantes de secundaria solamente diez ingresan y eso no les asegura nada porque en muchas carreras apenas el 5% terminan sus estudios en el tiempo que lo tiene planificado el currículo.
Caso extremo es el de la Carrera de Derecho, con apenas 4% de eficiencia terminal y más de 15 años como tiempo promedio de graduación. ¡Que barbaridad! ¿Cómo es posible seguir sosteniendo una institución tan ineficiente, que no solamente es mala en docencia, sino que siembra impunidad?
Hace falta una refundación de la Universidad de San Carlos y eso pasa por exigir al sistema de justicia que atienda una serie de amparos en los que se documenta la actual usurpación de la rectoría por Walter Mazariegos. Junto a eso hay que atender lo que le pide nuestra Constitución: «En su carácter de única universidad estatal le corresponde con exclusividad dirigir, organizar y desarrollar la educación superior del Estado y la educación profesional universitaria estatal, así como la difusión de la cultura en todas sus manifestaciones. Promoverá por todos los medios a su alcance la investigación en todas las esferas del saber humano y cooperará al estudio y solución de los problemas nacionales».
A la fecha la Universidad de San Carlos ni siquiera ha desarrollado un sistema de educación público superior, entendiéndose dicho sistema como el conjunto de programas de educación terciaria que mejoren la calidad de vida de los guatemaltecos y no solamente un conjunto de licenciaturas eternas e impertinentes. Urge retomar el concepto de educación técnica superior y promover programas cortos, pertinentes y eficientes. También hay que replantear los estudios de posgrados, que se han convertido en un simple negocio ausente de investigación.
Estamos en un momento crucial de nuestra historia democrática. Debemos insistir en que Walter Mazariegos es un impostor y de que está usurpando un puesto que no le corresponde porque simplemente hizo fraude para llegar a la rectoría. Hay que exigir al sistema de justicia que atienda los muchos amparos para retomar la institucionalidad de la Universidad Nacional. Con ello hay que organizarse para refundar la Universidad Nacional de San Carlos, un proceso de refundación que debe atender los grandes problemas heredados por los últimos rectores corruptos. En este momento en que luchamos por la democracia, rescatemos a nuestra Universidad. O es ahora o no será nunca Guatemala.