El abandono la corrupción y la falta de voluntad política ha llevado al Sistema Penitenciario a convertirse en escuelas del “crimen”, en donde los privados de libertad, se convierten en alumnos de organizaciones delictivas que operan desde adentro de las cárceles, en vez de ser centros de rehabilitación.
En los diferentes gobiernos nunca se le ha puesto atención a este problema y cada vez que se hace una requisa, la “autoridad” encuentra el mismo escenario: celulares, equipo de computación, redes de internet, munición, armas de fuego, licor, incluso recientemente se conoció que son centros de trata de blancas, discotecas, incluso negocios de suplantación de identidad.
Pareciera que los directores del Sistema Penitenciario se acomodan y encuentran la fórmula perfecta para convertirse en los nuevos ricos, que cada cuatro salen de los puestos de gobierno, muchas personas aseguran que “parten la vaca” como se dice coloquialmente y que algunos ministros de Gobernación, ojo no hablo de todos, incluso el presidente de la República recibe en un sobre semanalmente Q100 mil para “hacerse los locos”.
Todo esto a sabiendas que los afectados son ciudadanos guatemaltecos, empresarios, comerciantes y emprendedores que con su esfuerzo laboral tienen que entregar dinero fácil a los “dueños de lo ajeno”. Incluso conocemos que por no aceptar las exigencias de los extorsionistas, hay decenas de personas muertas, quienes han sido atacados por sicarios.
Los medios de comunicación, en las últimas semanas, han informado que han encontrado evidencia que, en la cárcel de Cantel, Quetzaltenango, se origina el 47 por ciento de las llamadas de extorsión que se realizan en Guatemala y que como una película de Netflix han desmantelado “netcenters” que operan en este y otros centros carcelarios.
Cómo es posible que esto ocurra en nuestras cárceles, que lleguen las telefónicas a instalar este tipo de servicio, cuando saben perfectamente para que será utilizado, lo cual constituye un delito y que debe ser investigado por el Ministerio Público para deducir las responsabilidades del caso.
Hay un dicho popular: “en Guatemala siempre copiamos lo malo”, pero espero que en esta oportunidad la situación cambie, que copiemos algo bueno como lo sucedido en El Salvador, en donde el presidente Nayib Bukele ha logrado convertir a su país en uno de los países más seguros de Latinoamérica, cuando cuatro años antes, era uno de los más inseguros del mundo.
¿Pero que fue lo que hizo el presidente Bukele? Muy simple, planificó un proyecto gubernamental contra el crimen organizado, como un tema de nación que involucra al Organismo Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que ha permitido que las cosas cambien en el vecino país. Al gobernante salvadoreño lo han calificado de dictador, de corrupto, pero los logros de su gestión están a la “vista de todos” y está a punto de lograr una reelección con el voto de aceptación de un pueblo, que ve los cambios sustanciales, que disfrutan en estos momentos.
Mientras que en Guatemala no se cambie el modelo de Granjas de Rehabilitación, la autoridad la mantendrán los “privados de libertad”, algo que no se puede permitir porque los reclusorios se convierten en una total anarquía, que solamente beneficia a unos líderes negativos y a los funcionarios de gobierno, que reciben pagos para acallarlos y que permitan cualquier tipo de negocio sucio que afecta al ciudadano.
Uno de los esfuerzos de este nuevo gobierno es reconstruir el sistema carcelario que se encuentra abandonado, por anteriores administraciones, por culpa de la corrupción y los malos manejos. La clave es la rehabilitación que permita la reinserción social de cientos de personas, quienes cumplen condenas por las malas decisiones que tomaron en la vida.
Se habla de un Pacto de Gobernabilidad y es el momento que los diputados retomen su protagonismo, que legislen en favor de las personas que los llevaron con su voto a ocupar un cargo, que debe ser para darle gobernanza a este país, no para el beneficio de los legisladores, quienes en las últimas dos legislaturas solamente acuerparon intereses oscuros y de beneficio propio.
La prioridad del gobierno de Bernardo Arévalo debe ser revertir el alto índice de criminalidad, especialmente entre la juventud, es una tarea titánica que ha asumido ofrecido él gobernante. Esperemos que no se trate de un “politiquero” y que no se convierta como lo predijo Alejandro Giammattei en un politico más hijo de… ya sabemos todos lo que sigue.