Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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El Golpe de Estado en Cámara Lenta (frase de Aquiles Faillace) sigue el camino trazado en el árbol de la noche triste de la Ciudad de la Ermita, la Guatemala de la Asunción; con el guion escrito por Miguel Martínez y con la venia del Pacto de Corrutos. Este peón de segunda categoría, quien obtuviera su ingeniería también por corrupción, de manos de otros corruptos ex rectores de la Universidad de San Carlos, Estuardo Gálvez y Murphy Paiz, este pseudo ingeniero enamorador de presidentes, se convirtió en el jefe real del ejecutivo, el judicial y del legislativo y ejerce funciones superiores al Ministerio Público con la ayuda de Méndez Ruiz, el de Funda Terror, quien es de todo, pero no amante de la democracia. Desde aquella noche triste del 20 de agosto estos tiranos no duermen y cada vez son más groseros para proteger sus privilegios ganados por la manipulación y el miedo.

Lo más importante para los golpistas del Pacto de Corruptos era, entonces; cambiar la narrativa social de la elección presidencial y hacernos creer a la mayoría de los ciudadanos guatemaltecos que en efecto hubo fraude en la elección, el cual podría interpretarse de dos formas, según ellos: fraude en las urnas y fraude en la conformación del partido político con el que perdieron. Esto es ridículo y ellos lo saben, saben que perdieron las elecciones. Saben que no vieron venir al partido ganador, Semilla. Saben que los guatemaltecos no escogieron la corrupción ni del partido de gobierno, Conde Orellana, ni escogieron en segunda instancia a Sandra Torres. Los guatemaltecos escogimos en las urnas a Arévalo, pero al estilo de las películas de terror psiquiátrico, el pacto de corruptos quiere imponer una falsa narrativa con la esperanza de que de tanto repetirlo se construya un imaginario social que normalice la mentira: “hubo fraude”.

Los argumentos de Curruchiche, dirigido por Porras, autorizado por Orellana (los tres golpistas) y planificados por Méndez Ruiz son ridículos. Un estudiante de primer año de derecho sabe que el único ente encargado para asuntos electorales es el Tribunal Supremo Electoral, TSE, el único. Los constituyentes se aseguraron de que este artículo quedara totalmente claro en nuestra Constitución, esto es, crearon la figura jurídica del TSE como un órgano autónomo, de jerarquía constitucional, no supeditado a ninguna otra autoridad, menos supeditado al Ministerio Público, MP. Lo que ha hecho Consuelo Porras es violar la ley desde que interfirió en la elección a presidente por medio de solicitar a través de un juzgado de Narco Actividad y Delitos Contra el Medio Ambiente que se revisaran las actas. Eso ya fue un delito en flagrante violación del debido proceso y las instituciones jurídicas. Pero eso lo sabe bien Porras, Curruchiche, Orellana y Méndez Ruiz, lo saben de sobra. El objetivo era iniciar un proceso de normalización de la interferencia del MP en la elección. Eso ya lo lograron porque entonces no los detuvimos, lo aceptamos.  

La decisión de la Fiscalía Contra la Impunidad, FECI, del día 12 de septiembre del 2023 de abrir las cajas electorales es escupirle en la cara al pueblo de Guatemala y decirnos: «No nos importa su Constitución, ni las figuras legales, aquí el tribunal electoral somos nosotros, el Pacto de Corruptos». El problema es que como ciudadanos, como instituciones, como organizaciones hemos venido aceptando la injerencia del MP en el proceso electoral. Los mismos magistrados del TSE aceptaron injerencias al principio del proceso y eliminaron discrecionalmente candidatos tales como Thelma Cabrera, Roberto Arzú y Carlos Pineda y entonces no dijimos nada. Después, justo cuando Arévalo pasó a segunda vuelta iniciaron una serie de allanamientos ilegales al TSE y levantaron su voz temerosa de que había habido fraude. 

Paralelamente el Pacto de Corruptos trae la otra narrativa falsa, «Semilla se formó de forma ilegal, falsificó firmas y utilizó la identidad de diez difuntos»: Qué argumento aún más mediocre, falso y tendencioso. Cualquier estudiante de segundo año de derecho sabe que en la conformación de un partido político hay unas hojas donde la persona responsable anota nombres de quienes quieren afiliarse, colecta firmas y envía esta información al comité pro formación del partido. La responsabilidad jurídica de esta información no está en el Partido Político, menos en su secretario general, sino está en la persona que colecta la firmas y que además debe llenar una declaración jurada sobre la veracidad de dicha información. Si fuese responsabilidad del Partido, cualquiera se puede traer al suelo a cualquier partido político que no es de su agrado agregando nombres falsos y haciendo votar a difuntos. 

Estos argumentos del MP en la voz del fiscal Curruchiche sólo son ciertos en la cabeza psicótica de Méndez Ruiz, pero su intención no es que sean verdad. Su intención es que siembren suficiente incertidumbre en la población para poder dividimos como país, como pueblo. Esta estrategia de la manipulación y el miedo es la operacionalización del viejo consejo «divide y vencerás». 

Este ataque del Pacto de Corrutos a la incipiente democracia guatemalteca sólo puede ser detenido por nosotros los guatemaltecos, ¿cómo?

  1. Haciendo explícito nuestro descontento con el actuar delictivo de la fiscal general Consuelo Porras, pidiéndole su inmediata renuncia. 
  2. Escribiendo, hablando, organizándonos en nuestras comunidades, colonias, barrios, cuadras, condominios, cantones, pueblos, para oponernos sistemáticamente ante el ataque de esta falsa narrativa de los tres golpistas: Porras, Curruchiche y el juez Orellana. 
  3. Manifestándonos en las plazas, no sólo en la Plaza Central, sino en todo el país. 
  4. Hacer nuestro el llamado de nuestra Constitución, nuestra Carta Magna que en su artículo 45 indica que es legitima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de nuestros derechos y de nuestras garantías consignada en la Constitución, particularmente nuestro derecho sagrado de elegir.

No hace falta ser constitucionalista para entender que el artículo 136 de nuestra Constitución establece con claridad nuestro derecho inalienable de elegir y de ser electo. Bernardo Arévalo y Karin Herrera deben pelear por su derecho a ser electos y nosotros los guatemaltecos y guatemaltecas debemos defender, a toda costa, nuestro derecho a elegir. No habrá poder en este mundo ni pacto de corrupto alguno que se imponga a nuestro deseo de ser libres y de tener un país democrático. Para eso basta con que entonemos juntos y que actuemos coherentemente con la primera estrofa de nuestro himno nacional:

« ¡Guatemala feliz…! que tus aras, no profane jamás el verdugo; ni haya esclavos que laman el yugo, ni tiranos que escupan tu faz»

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