Hoy hay una superluna, esto es debido a que la luna se encuentra más cerca de la tierra. La órbita lunar alrededor de la Tierra no es un círculo perfecto, sino una elipse imperfecta; por lo que hay momentos en que la luna se acerca a nosotros. Se verá hermosa, especialmente desde Xelajú.
Mientras los países aumentan su inversión en ciencia y tecnología, nosotros o la disminuimos o la perdemos en corrupción. Guatemala cada vez invierte menos en ciencia, tecnología e innovación, especialmente durante los últimos tres gobiernos de Otto Pérez, Jimmy Morales y Alejandro Giammatei, además del desastre que hicieron en todas las áreas, redujeron la inversión en ciencia y tecnología. Para entender esto note que los vicepresidentes son quienes dirigen la secretaría de ciencia y tecnología, SENACYT, y estos fueron nada más y nada menos que Roxana Baldetti, Jafet Cabrera y Guillermo Castillo, con estos nombres, todo está dicho. Ya no queremos más de eso. La nueva dirigente de la SENACYT y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONCYT es Karin Herrera, una académica de alto nivel de la Universidad de San Carlos, tenemos esperanza.
Karin Herrera recibe el CONCYT con una inversión en ciencia y tecnología del 0.03% del PIB, un presupuesto muy pequeño pero que habrá que liberar de la corrupción para hacer algo en el 2024 y luego mejorar la cantidad y la calidad de la inversión en ciencia y tecnología para enfocarla en los verdaderos problemas de Guatemala. La otra fuente de investigación científica del país son las universidades. Hay algunas como la Universidad del Valle de Guatemala que realmente han incrementado su inversión en la mejora de programas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en ingles). Esto contrasta con la decadencia académica en la Universidad de San Carlos, la que está en manos de un corrupto, ladrón, manipulador y analfabeto científico: Walter Mazariegos, jefe de las mafias universitarias que llega de la nada a poner magistrados a su sabor y antojo y no a desarrollar la ciencia y tecnología. La tarea en la mejora de la ciencia y la tecnología nacional es enorme, pero inicia como en todo lo demás, limpiándola de la corrupción. Con esto tenemos esperanza.
Ahora que el Tribunal Supremo Electoral, TSE, ha ratificado que Bernardo Arévalo y Karin Herrera son el presidente y la vicepresidente electos, tenemos que tener la sabiduría de navegar en aguas turbulentas. No podemos perder más nuestro tiempo en los berrinches de una fiscal general cuya edad emocional no supera los seis años. La suspensión temporal de Semilla es parte de este ataque. El encarcelamiento injusto de Virginia Laparra y Claudia González son ataques a nosotros guatemaltecos. Ellas luchan contra todo un sistema y son nuestras mártires vivientes en la defensa de nuestra débil democracia. Aún en estos mares turbulentos dominados por piratas y corsarios con nombre y apellido, el Pacto de Corruptos, debemos organizarnos para mejorar este país, para invertir más y mejor en educación, ciencia y tecnología, para liberarnos de la repetición y el aburrimiento escolar de un sistema educativo hecho para reprimir y no para pensar.
Para liberarnos hay que estudiar, diagnosticar y entender que nuestra educación no tiene nada de científica. Hay que saber que el ministerio de Educación ha sido capturado por las mismas mafias que gobiernan y han gobernado, hay que decir que, desde la educación pre primaria hasta la universidad, las mafias gobiernan, léase Joviel Acevedo y Walter Mazariegos. Habrá que liberarnos de estos personajes siniestros y del sistema clientelar que han construido. Esto empieza con entender cómo funcionan la manipulación adentro del ministerio de Educación o adentro de la universidad nacional. Se parecen tanto estos dos personajes que a veces creo que Joviel Acevedo es hermano gemelo, en valores: de Walter Mazariegos. Se parecen tanto, tanto que la educación primaria y secundaria son reflejos especulares de la educación universitaria. Si reconocemos este problema, tenemos esperanza.
Para poder cambiar el estado de cosas en materia de educación, ciencia y tecnología debemos de dejar de verlas como cursos, como contenidos o peor aún como libros de texto muertos. Ni la educación, ni la ciencia ni la tecnología son una reforma ni provienen de reforma alguna, esa terminología debemos evitarla no sólo por su raíz histórica religiosa (reforma de Lutero), sino porque es creer que lo que tenemos no están tan mal y sólo requiere una pintadita. No. El sistema educativo no es sistema, es un agregado incoherente de cursos y de profesores que heroicamente sobreviven a la burocracia del ministerio de educación y a su líder sindical estrella.
La universidad no se queda atrás, es una continuación de las prácticas repetitivas escolares con el agregado de que se han contaminado de una enfermedad que he llamado «licenciatitis». Esta obsesión universitaria de ofrecer sólo licenciaturas ha hecho que se pierda la formación de pensamiento crítico, especialmente en la universidad pública, donde una visión tecnocrática, reduccionista, platónica y ahora intensamente utilitarista nos ha conducido a programas universitarios aburridos, sin creatividad. Imagínese usted la calidad docente de Consuelo Porras, eso ya dice bastante de nuestra universidad nacional. Debemos de salir de este estado de cosas y no se hará a través del trillado modelo de reforma educativa. La reforma en la educación obligatoria no ha hecho nada bueno. La reforma universitaria lleva décadas y todo cambia para no cambiar nada.
Hay que construir un nuevo modelo educativo basados en la mejor ciencia y tecnología disponible. Hay que revalorar a los profesores, hay que formarlos y motivarlos, reconocer que ellos y ellas son la solución, no el problema. El problema es la burocracia, los corruptos que como Acevedo o Mazariegos capturan instituciones nobles para fines egoístas. Ya no podemos seguir separando educación de ciencia y de tecnología, todas estas prácticas sociales son integrales y no existen atomizadas en libros de texto de conocimiento muerto. El CONCYT debe poner como prioridad el desarrollo no sólo de la educación científica sino el estudio científico de la educación. La tecnología es más que artefactos y computadoras, es una práctica social distribuida en toda la sociedad y debe entenderse su naturaleza para no crear autómatas y tecnócratas deshumanizados. Hay ejemplos en Guatemala y el mundo de excelentes programas de educación científica y tecnológica con visiones humanistas de desarrollo humano sostenible. Por eso tenemos esperanza.
La vicepresidente Karin Herrera tiene un enorme reto para dirigir la ciencia y tecnología nacional. No está sola pues hay excelentes académicos, hombres y mujeres que le pueden acompañar. En principio no debe caerse en la tentación de crear otra trillada, y aburrida reforma educativa, ni en las escuelas ni en la universidad nacional, se requiere de un cambio más profundo, uno que permita a los docentes y científicos nacionales tener apoyo, recursos y libertad para preparar guatemaltecos y guatemaltecas para mejorar este país nuestro al que tanto le han robado. Debemos empezar con eliminar la corrupción, principalmente en la Universidad de San Carlos y reconocer que el impostor de rector Walter Mazariegos deje la rectoría. Por esta lucha nuestra, tenemos esperanza.
Mientras aquí el Pacto de Corruptos se aferra al poder y el Ministerio Público defiende lo indefendible, encarcelando y atemorizando a diestra y siniestra, otros países avanzan en la solución de sus problemas. El Programa Espacial de la India invirtió millones de dólares en formación científica y tecnológica, así como en infraestructura. Solamente en la misión Chandrayaan-3 invirtió unos US $100 millones. Ahora están en el Polo Sur de la Luna y nosotros aquí esperando a que despegue nuestra educación, nuestra ciencia y nuestra tecnología. Si salvamos nuestra democracia también podremos salvar nuestra educación, nuestra ciencia y nuestra tecnología.