Mientras la India pone un satélite real en el polo sur de la Luna aquí Consuelo Porras y Rafael Curruchiche insisten en construir una narrativa de que hubo fraude en el proceso electoral. Todos sabemos que hubo fraude, pero este fue la intervención ilegal del Ministerio Público, MP, en el proceso electoral, no fue la supuesta inscripción ilegal del partido político Movimiento Semilla y menos el actuar de los digitadores, a quienes ahora se les achaca que hicieron ganar a Arévalo. No hace falta ser jurista para conocer que para la democracia es fundamental la independencia de poderes. Los constituyentes que escribieron la Constitución actual visualizaron que habría intentos de evitar que determinado partido político participara en las elecciones por razones espurias, por intereses mezquinos. Sabiendo, los constituyentes, que la esencia de la democracia es el derecho de elegir y ser electo, establecieron claramente que no se podía suspender partido político alguno ya en contienda y menos que se judicializara el proceso electoral. El tribunal supremo electoral, TSE, es supremo. Ahora ya solicitaron ante juicio contra los magistrados del TSE, ridículos.
Esto lo sabe Consuelo Porras y lo entiende Rafael Curruchiche. El problema es que ellos no respetan la Constitución. Para llegar a ser fiscal general, Porras; infló su currículo con tesis que había plagiado. Para entonces fue el Consejo Superior Universitario de la Universidad de San Carlos, CSU, el que al conocer del plagio no actuó, convirtiendo en cómplice. Ya se dio suficiente evidencia de que si se había plagiado la tesis. Este es un pelo en la sopa del Pacto de Corruptos. Las verdaderas masacres jurídicas que ha hecho Porras en el MP son tantas, que ya vivimos en un país sin ley ni orden gracias a esa pareja letal de Porras y Curruchiche.
Así las cosas, nos encontramos a una semana de que Bernardo Arévalo y Karin Herrera ganaran las elecciones a la presidencia de Guatemala. A Sandra Torres le dio el síndrome de Guillermo Castillo y desapareció de la vida política del país, aunque sus frases, sus discursos y sus falacias las repite Currichiche como loro. Porras y Curruchiche son parte del Pacto de Corruptos, son sus operadores, quienes reciben órdenes. Aún Giammattei es operativo de este pacto de manipuladores, estos que se especializan en lograr sus objetivos egoístas de acumular poder a través de dinero mal habido, a través de fondos públicos, que nos pertenecen pero que ellos, el Pacto de Corruptos, ha venido despilfarrando por décadas, regalándonos a cambio, carreteras intransitables, desnutrición por doquier, escuelas destruidas, hospitales sin equipo ni medicina y otros tantos obsequios, los cuales ya no queremos recibir. Por eso queremos un cambio.
Estos defraudadores políticos operan desde la lógica de parásitos progresivos que se instalaron en el ejecutivo, el legislativo y ahora en el judicial a fuerza de manipular la ley a su sabor y antojo. Estos no se detienen ni se detendrán por si solos. Hay que pararlos. Sino los detenemos, seguirán exprimiendo política, económica y financieramente al pueblo de Guatemala. El peligro actual radica en que sí como pueblo no los detenemos ahora, no tanto para defender a un partido político sino para defender la decisión soberana que hemos tomado de que Bernardo Arévalo sea presidente; entonces, estos tomaran valor y seremos sus victimas nuevamente. No, ya basta. El pacto de corruptos no gobernará más a Guatemala.
El problema es que no sólo nos roban el dinero, sino perdemos los recursos más valiosos, nuestra libertad, nuestro tiempo, nuestro futuro y el de nuestros hijos, hijas, nietos, nietas, en muchas generaciones. Esto podemos y debemos detenerlo ya. El Sol asoma lentamente en el oriente, la luz nace en Chiquimula o en Jalapa, se observa el amanecer desde las montañas de Huehuetenango o del Quiché. Esta es la crónica de una muerte anunciada del Pacto de Corruptos. El futuro está en nuestras manos. Mientras que en la India se celebra que un grupo de científicos e ingenieros aterrizaron una nave espacial en el polo sur de la Luna, aquí el Pacto de Corruptos insiste en perder nuestro tiempo en falsas narrativas que solo se las creen ellos y quienes han ganado con la corrupción. No permitamos que continúen. Defendamos nuestra débil democracia. Es ahora o no será nunca.