Por Fernando Cajas
El desalojo violento del campus universitario CUNOC de Quetzaltenango, en Guatemala, realizado por encapuchados armados en la madrugada del 20 de febrero 2023 solamente es el reflejo de la anarquía que se vive en la Universidad Nacional. En esta entrada no voy a defender las razones éticas por las cuales los grupos en Resistencia tomaron el campus o las razones éticas por las que los grupos de encapuchados armados realizaron el desalojo de los grupos en Resistencia. Ambos tendrán argumentos legítimos, pero ambos tienen acciones obviamente ilegales.
La ausencia de una legítima autoridad, empezando por el rector impuesto y el mismo Consejo Superior Universitario, muestra una enorme decadencia en la gobernabilidad de la Universidad Pública.
El deterioro académico, político y humano en Universidad de San Carlos, Nacional y Autónoma, USAC, es el resultado de la acumulación de decisiones erróneas de las últimas décadas, en particular desde la firma de los acuerdos de paz cuando se democratiza la corrupción en Guatemala. Esto llevó al manipuleo de esta institución académica para que sirviera de elemento decisivo en la elección de la máxima Corte de Justicia del país, la Corte de Constitucionalidad y de las Cortes más importantes del país.
Luego del enfrentamiento de anoche, esto es, de la madrugada del 20 de febrero en Quetzaltenango, ya solamente nos quedamos en manos de grupos sin ley, sin norma y sin autoridad. Ahora lo que queda es reconstruir de nuevo a la institución. Para eso se requiere que el profesorado se involucre, porque es este el que le da la madurez académica a la necesaria conversación que se avecina. Sin el involucramiento del profesorado en la refundación de la Universidad Nacional, no hay futuro.
La salida a la crisis actual es el respeto a la Constitución de la República de Guatemala, es el respeto a las Leyes, Normativos y Reglamentos de la Universidad Nacional, leyes que han sido violadas principalmente por el mismo Consejo Superior Universitario, quien durante las últimas décadas se ha dedicado a dirigir a la universidad pública como si fuese su finca privada, como un mercado de favores políticos, laborales y hasta sexuales; no digamos la cadena de tesis falsas o plagiadas que van desde la misma tesis de la actual Fiscal del Ministerio Público, la Licenciada Consuelo Porras o la tesis plagiada de la Magistrada Presidente del Tribunal Supremos Electoral Dina Ochoa. Si estas son las personas que ostentan los más altos cargos de la justicia nacional y son ellas las que rompen la ley, que podemos esperar del respeto de la ley en este país.
Han sido décadas de sembrar vientos, por eso ahora cosechamos tempestades. Ya es hora de iniciar un nuevo proceso de paz que ponga en la agenda principal la Refundación de la Universidad Nacional de Guatemala.