Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

Así como nos decepcionamos cada día con los fallos que emite la “justicia” guatemalteca, la ineptitud de los funcionarios profesionales vergonzantes y analfabetos funcionales que tienen a su cargo la administración del país; nos decepciona también saber de los atropellos que algunas escuelas primarias del sector oficial están cometiendo en contra del patrimonio de los padres de familia al obligarlos a comprar útiles escolares de determinada marca en librerías específicas.

Tal es el descaro y abuso que, algunos maestros y directores de escuelas primarias se dan el lujo y abuso de indicar en las hojas que contienen la lista de útiles escolares que, “para mayor comodidad puedes adquirir tu lista de útiles completa” proporcionando la dirección, teléfono y ubicación de las librerías donde “supuestamente” se les hará una rebaja sustancial en caso compren allí todo lo que indica la lista mencionada.

Pasado mañana inicia oficialmente en los establecimientos oficiales el ciclo escolar y las supuestas autoridades del Ministerio de Educación permanecen calladas ante tales desatinos; pues es del dominio público que, como siempre, los directores de los centros escolares (sean oficiales o privados) se aprovechan de las circunstancias para pedir y/o exigir que los alumnos entreguen a la dirección del establecimiento como mínimo una cantidad de materiales como: rollos de papel higiénico, alcohol en spray, mascarillas extras, toallitas personales y en el caso de alumnas un paquete de toallas sanitarias.

En el caso de la obligatoriedad también está el uso de uniformes, para lo cual “recomiendan” a modistas o sastrerías específicas. En los colegios, liceos e institutos privados es comprensible que pidan, pidan y pidan listas enormes, al fin y al cabo, los padres de familia han aceptado tales condiciones, ejemplo de ello: en algunos colegios de prekínder piden cuaderno de 100 hojas de cuadrícula, tamaño carta, cosido y de pasta dura; tres marcadores recargables de pizarra de diferente color, cinta adhesiva “Scotch” de doble cara (que es la más cara) gastando por lo menos Q1,200 por cada alumno.

Pero en el caso de las escuelas primarias oficiales, el exceso de útiles y materiales que requieren los maestros raya en la incredulidad; por ejemplo en algunas escuelas oficiales del Centro Histórico de ciudad Guatemala: piden cinco cuadernos cosidos de pasta dura, tamaño universitario de trescientas hojas con líneas con valor de veintitrés quetzales cada uno ¿Tan excelso, excelente, sobresaliente y de óptima calidad está el desarrollo de la educación primaria en Guatemala que ya los alumnos de nivel primario tienen que utilizar útiles de uso universitario?

Entiendo, como maestro que soy, que el uso de materiales didácticos es esencial para la instrucción, adiestramiento, capacitación y formación de los alumnos en su proceso de enseñanza aprendizaje; pero, también “no hay que columpiarse” con pedir materiales de diferente clase que, en algunos casos, ni se utilizarán durante el ciclo escolar. Conozco colegios dirigidos por “directores” religiosos que no son maestros ni profesores ni licenciados en pedagogía que exigen demasiados materiales con el pretexto que sostienen a colegios pequeños en barrios marginales. Pero insisto, los padres de familia han aceptado dicha situación.

La educación pública debe ser gratuita y no recargar el exiguo presupuesto de quienes por necesidad inscribieron a sus hijos o encargados en las escuelas e institutos oficiales existentes en toda la república. Ojalá que las supuestas “autoridades del Ministerio de Educación” giren sus órdenes (aún es tiempo) para que no se autoricen tales desmanes en detrimento de la clase obrera y trabajadora; y que la Diaco cumpla con su obligación y no se deje sobornar por los directores de instituciones educativas oficiales y privadas.

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