Cuando en Guatemala y en el mundo los padres deciden enviar a sus hijos a la escuela, colegio, liceo o instituto, es para que reciban una educación formal, es indudable que el principal objetivo que buscan es que aprendan las suficientes o mínimas habilidades y conocimientos para su posterior inserción con éxito en los mercados laborales.
Pero eso es insuficiente para formar el tipo de personas que actualmente se requiere para encontrar las soluciones a la inmensidad de problemas que hay en la sociedad; es decir, que no basta con tener el conocimiento y aplicarlo porque el continuo cambio en relación con los conocimientos técnicos, tecnológicos y climáticos en los diferentes aspectos de la vida diaria, requieren también de la capacidad de analizar y valorar los datos generados por su propia reflexión como base de sus opiniones y conductas.
La Historia de Guatemala nos muestra que las “autoridades educativas” en un 95 por ciento han sido autoridades político-administrativas porque fueron designados o nombrados para administrar la actividad pedagógica y administrativa del Ministerio de Educación; pero, no tuvieron alguna especialidad concreta en materia educativa que los hiciera realmente actuar en beneficio de la población estudiantil.
Algunas honrosas excepciones en su tiempo, si tuvieron realmente una política educativa efectiva en el campo administrativo y pedagógico; éste último, como fin de la educación. Pero la inmensa mayoría de personas que han ejercido dicha “autoridad” no tuvieron ni tienen idea alguna de los procesos pedagógicos ni de las corrientes filosóficas de la educación y mucho menos de la educación técnica. Como ejemplo cito: la reciente “ideota» del Ministerio de Educación al oficializar y publicar la supuesta “creación” de cuatro carreras técnicas cuando estas carreras tienen más de cincuenta años de existir en Guatemala.
Fuera de los ministros excepcionales, ninguna de las supuestas “autoridades educativas” han promovido una educación que complemente la formación del pensamiento crítico con el desarrollo de habilidades. Es decir, en pocas palabras: que, quienes fueron y son “autoridades educativas” tuvieron y tienen responsabilidades de servicio público porque sus decisiones han afectado la vida de la sociedad; pero parece que su labor ha sido promover negocios que, a manera de factura política benefician a sus familiares, amigos y políticos de turno.
Ahora las tecnologías digitales interactivas ponen al alcance de más personas, datos e informaciones de forma abierta; así mismo, las habilidades para encontrar un puesto en el mercado laboral también se han transformado y ahora el conocimiento se circunscribe a distinguir lo que es útil, veraz e importante de la cantidad de información que pueda recibir.
En el proceso educativo moderno, ya no se trata sólo de “enseñar”; es hacer que el alumno desarrolle su curiosidad, es decir, abrir su mente al desarrollo de los valores cognitivos, sociales y emocionales para transformarlos en confianza y enfrentar de esa forma las actuales amenazas de nuestro tiempo, las cuales son: la ignorancia o mente cerrada, el odio o corazón cerrado y el miedo, que es el enemigo de nuestra capacidad de actuar.
Ese tipo de habilidades formarán personas más libres y conscientes de sí mismas y de su entorno, más empáticas, solidarias, colaborativas y maduras, capaces de enfrentar adecuadamente los graves problemas de corrupción, violencia, desigualdades y deterioro del medio ambiente en que vivimos.