Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

post author

Fernando Mollinedo C.

La insistencia gubernamental de volver a clases presenciales en el sector público se ha vuelto el comentario del día en casi todos los círculos sociales y económicos del país; pero la resistencia de la mayoría de los padres de alumnos de todos los niveles a que se reanuden las clases presenciales, es debido a que la mayoría de la población escolar no ha sido vacunada; por lo tanto, es un peligro latente de contagio no sólo a ellos, sino a las familias que, aunque hayan recibido el biológico en su mayoría, no impide que se enfermen de nuevo, aunque se guarden las medidas mínimas de protección.

El plan de vacunación diseñado en Guatemala para combatir el Covid-19 no dio los resultados planificados, pues simple y sencillamente la falta de vacunas fue y es el mayor obstáculo para realizarlo; lo que muestra la irresponsabilidad administrativa y social de quienes han tenido a su cargo las negociaciones para su obtención. Pareciera que la inmunización no es una prioridad del Gobierno y menos ahora que el presupuesto de ingresos y egresos para el 2022 fue rasurado para algunos rubros y aumentado significativamente para organizaciones fantasmas denominadas oenegés.

El Gobierno no está atendiendo la pandemia del Covid-19 con base a los intereses de la salud de la población, pero si en los intereses de sus financistas y patrocinadores, pues para ellos, es imperante activar la economía.  De hecho, el Plan Nacional de Vacunación fue diseñado con fines económicos, lo que implica un aumento natural en el consumo de rubros esenciales como transporte, materiales, alimentación, uniformes y actividades extracurriculares que dejan ganancias económicas a los comerciantes de la educación.

Para ello, necesita de la movilización de miles de estudiantes de todos los niveles educativos y ahora esa es la urgencia gubernamental para vacunar a los adolescentes y menores, pero no llegan los embarques de vacunas de las que se deben utilizar en menores, ¿entonces? no cabe duda de que la necesidad del Gobierno y sus financistas de reactivar la economía a como dé lugar y como objetivo principal del actual Gobierno, no tiene la capacidad humana para hacerlo.  Los hechos lo demuestran.

El desarrollo social y económico de Guatemala está en manos de los patrones financistas que siguen manteniendo las condiciones de explotación de los trabajadores desde hace más de cuatrocientos años; ellos definen las actividades gubernamentales y la economía del país; en fin, es el sistema y con la dejadez e indolencia de los guatemaltecos será muy difícil cambiarlo. Cada pueblo tiene el gobierno que se merece.

En el plano religioso, el anuncio que para la próxima cuaresma fueron autorizadas las procesiones de la religión cristiana católica; también da qué pensar, pues, aunque los fieles asistan con sus medidas sanitarias, la población que observará los cortejos procesionales no tendrá control alguno y será una fuente directa de contagios.

¿Será que las decisiones de las autoridades eclesiásticas también persiguen la reactivación de su economía personal?  TODO ES PISTO, ¿o no?

 

Artículo anteriorAficiones mistéricas
Artículo siguienteBloqueos viales y otros temas