Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Recientemente viajé al occidente del país por la Carretera Interamericana y tuve la oportunidad de pasar nuevamente por el Libramiento de Chimaltenango, calificado cínicamente, tanto por el exministro Benito como por el expresidente Morales, como una “mega” obra.  La obra fue inaugurada en abril de 2019 y a finales del invierno de ese mismo año tuvo sus primeros derrumbes, los cuales continuaron en los inviernos subsiguientes.  Y continuarán.

Me tomé la molestia de parar en la carretera a tomar algunas fotografías de la “mega” obra de marras y sólo pude sentir indignación por el mamarracho de trabajo que autorizó en su momento el gobierno del autoproclamado “ni corrupto ni ladrón”.  No es de extrañar que el bufón vea como un genio a su exministro, si hasta un asno posee más neuronas que él.  Da cólera ver cómo se va cayendo la “gran” obra.

Ahora resulta que todos los funcionarios públicos que han sido acusados de corrupción, van saliendo de prisión uno por uno, llegando al extremo de retirar los cargos de enriquecimiento ilícito, como sucedió con el expresidente Otto Pérez Molina y la ex vicepresidenta Roxana Baldetti.  Pareciera que, a criterio de la jueza que lleva el caso, los bienes que les han extinguido fueron adquiridos con sus sueldos de funcionarios públicos.  Y de igual forma irán saliendo airosos de sus acusaciones por los casos de Odebretch, las Comisiones Paralelas o las maletas con Q122 millones decomisados en Antigua Guatemala los exfuncionarios de distintos gobiernos o excandidatos, acusados de corrupción.

Resulta absurdo que el presidente Giammattei, en vez de exigir obras de calidad a los alcaldes, les dice que las obras están bien hechas pero que ahora “llueve más” y por eso se caen.  Eso no es ser “municipalista”, como se autoproclama el mandatario, eso es complicidad y empoderar a los jefes ediles y a los funcionarios públicos para que ejecuten como les venga en gana las obras públicas.  Obras que durarán un año, cuando mucho, porque ahora “llueve más”, de acuerdo con el presidente.

Guatemala, ciertamente, necesita de más y mejor infraestructura para acelerar su desarrollo, eso es indiscutible, es más, lo he abordado en distintas columnas.  Pero de nada va a servir la inversión en infraestructura si la misma va a durar, cuando mucho, un año, porque ahora, según el experto en climatología, “llueve más”.  Infraestructura estratégica, como Puerto Quetzal, no ha cambiado en más de 20 años, pero el volumen de carga que entra y sale por dicho puerto sí ha aumentado en cantidad y en diversidad.  No es de extrañar que la nueva normalidad del puerto que mueve la mayor cantidad de carga en Guatemala es que los barcos permanezcan fondeados, sin atracar, por más de 10 días, con los consiguientes costos en demoras.

La calidad de la obra pública, en vez de mejorar, empeora.  Con cada gobierno, las obras duran menos tiempo y en algunos casos no llegan ni al año de duración, a pesar de ser consideradas como “mega obras”, tal y como lo expuso un expresidente desprovisto de neuronas.

Sirvan estas fotografías para retratar a dos personas corruptas que ocuparon cargos públicos con el fin de enriquecerse y no para servir a su país.

 

 

 

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