Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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La inflación acumulada en Guatemala para el año 2022 se situó en 6.8% al mes de julio. De acuerdo con las cínicas declaraciones del presidente del Banguat, el 78% de la misma es “importada” mientras que el 22% es local. De forma maliciosa, el funcionario quiere hacernos creer que la inflación en el país está “controlada” y son factores externos los que la causan.

El funcionario de marras sigue exactamente el mismo libreto que su jefe, el presidente Giammattei, cuando no tiene argumentos para justificar un error: simplemente le echa la culpa a alguien más. En este caso, a la inflación “importada”.

Si bien es cierto que los precios de la mayoría de las materias primas a nivel internacional han sufrido incrementos drásticos durante el último año, exacerbándose aún más a partir de marzo de este año debido a la invasión de Rusia a Ucrania, esto no exime al presidente del Banguat de su responsabilidad de ordenar la intervención del Banco Central en el mercado cambiario para mantener artificialmente devaluado el quetzal frente al dólar por medio del mecanismo de acumulación de reservas. Las intervenciones del Banco Central en el mercado de divisas han incidido de forma clara en la tendencia de apreciación del quetzal frente al dólar, comprando sólo en lo que va de este año más de 1,300 millones de dólares, y desde 2018, año en que se instauró dicho mecanismo, se han comprado más de 4,000 millones de dólares.

Si el mandatario y su equipo de trabajo tuvieran un mínimo de congruencia con su retórica de impulsar una economía de libre mercado, el Banguat no podría incidir en la tendencia del quetzal comprando dólares para crear una demanda artificial. El presidente Giammattei se jacta, cuándo no, sobre la enorme cantidad de reservas monetarias internacionales con las que cuenta el país. Probablemente nunca se ha cuestionado de dónde salen los fondos para acumular semejante cantidad de reservas, ya que dilapidar fondos públicos (que NO le pertenecen) parece ser su especialidad.

Cada vez que el Banco de Guatemala sale a comprar dólares para crear una demanda artificial, debe ofrecer una tasa lo suficientemente atractiva a los oferentes de dólares para que estos tengan el incentivo de vendérselos al Banguat. Es obvio que, al comprar los dólares más caros, el Banco Central tiene una pérdida, la cual debe ser reflejada en el Estado Financiero del banco, muy probablemente en el rubro del Costo de Política Monetaria, Cambiaria y Crediticia, que sólo en el año 2021 ascendió a más de 2,300 millones de quetzales. A este tipo de pérdida se le conoce en economía como pérdidas cuasi fiscales. Son pérdidas del patrimonio del Estado que no se reflejan en el Presupuesto de Ingresos y Gastos del Estado. Las pérdidas de entidades autónomas como el Banco Central, el IGSS y otras, se denominan así, ya que no se registran directamente en el presupuesto del Estado, pero sí deben ser financiadas por éste.

Además de causar una pérdida al Estado de Guatemala, la política de mantener el tipo de cambio artificialmente devaluado significa para el guatemalteco de a pie, una o hasta dos tortillas menos por quetzal que paga, que le den un pan de menor tamaño o menos panes por un quetzal cuando va a comprar a la panadería, que el galón de gasolina ronde los 40 quetzales en vez de situarse debajo de 30 quetzales o que cuando uno compra un abarrote recibe menos de la cantidad porque los productores ya no pueden subir sus precios con cada incremento de producto.

De eso sí tiene harta responsabilidad el presidente del Banguat.

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