Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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La semana pasada el columnista José Santiago Molina escribió una columna titulada “Qué sistema político funciona y cuál no funciona”, en la cual confunde los conceptos de sistema de gobierno con un sistema económico y con las ideologías. Ahora que estamos a un año de las elecciones generales 2023 me parece pertinente profundizar y aclarar los temas abordados en la columna de marras.

El sistema de gobierno es la forma en que se organiza un Estado para ejercer el poder y gobernar coordinando las distintas instituciones que lo conforman y cuáles son los mecanismos con los que se regula el poder coercitivo del Estado. Aunque existen distintos sistemas de gobierno alrededor del mundo, en Latinoamérica se utiliza el sistema Presidencialista Pleno, ya sea unicameral (un solo cuerpo legislativo, el Congreso), como en Guatemala, Honduras, Nicaragua y Venezuela, o bicameral (dos cuerpos legislativos, el Congreso y el Senado), como en México, Chile, Colombia y Brasil. En Europa por lo general se utilizan los sistemas Parlamentarios, en su forma de Monarquía Constitucional, como en España, Gran Bretaña y Noruega, o como sistema Parlamentario puro como en Italia, Alemania y Finlandia. El sistema Presidencialista se caracteriza porque el presidente es electo por la ciudadanía en elecciones generales, de igual forma los diputados (y senadores cuando es bicameral) y un sistema judicial que es designado de acuerdo a los mecanismos de cada país; se supone que existe una clara separación de poderes, así como contrapesos que ayudan a balancear el poder. A diferencia del sistema Presidencial, en el sistema Parlamentario el Jefe de Gobierno, usualmente el Primer Ministro, es designado por el Parlamento (el cuerpo legislativo) y es distinto a quien ejerce de Jefe de Estado. En el sistema Presidencialista ambas funciones las ejerce el presidente.

Un sistema económico es la forma bajo la cual una sociedad o un Estado se organiza para asignar recursos y la forma en que toma decisiones respecto al uso de dichos recursos. Los sistemas económicos pueden ser de libre mercado, mixtos o de planificación centralizada, aunque en realidad, tanto los sistemas de libre mercado como los de planificación central son meramente utópicos y casi todas las economías del mundo son economías mixtas, independientemente de su sistema de gobierno o de la ideología del partido que gobierna. En la economía de libre mercado los medios de producción se encuentran en manos privadas y las transacciones se realizan libremente, con mínima intervención del Estado, bajo las leyes de oferta y demanda (Singapur, Hong Kong y Suiza son los países que más se acercan a este modelo), a diferencia de los sistemas de planificación centralizada, donde los medios de producción y los precios de bienes y servicios son asignados por el Estado (Corea del Norte, Cuba y Venezuela son los países que más se acercan a este modelo). En un sistema económico mixto los medios de producción se encuentran en manos privadas, aunque el Estado tiene un mayor o menor grado de injerencia en la economía, ya sea por medio de aranceles (como lo hacía Trump en Estados Unidos), de intervención en el tipo de cambio (como lo hace en Guatemala el actual presidente para favorecer a ciertos grupos) o impuestos progresivos a la renta (como lo hacen la mayoría de los países europeos y como lo hizo Trump en Estados Unidos, aunque todos los autoproclamados libertarios lo ignoran por completo porque no entienden ni tienen experiencia en tributación).

Note por favor, estimado lector, que hasta este momento aún no he escrito sobre comunismo o socialismo, aunque el columnista de marras ya identificaba erróneamente ambas ideologías como un sistema de gobierno, lo cual es totalmente errado.

Las ideologías son el conjunto de valores, creencias, ideas y emociones colectivas que comparten entre sí un grupo de personas y que dictan su forma de actuar. En Guatemala hay una falsa dicotomía ideológica entre izquierdas y derechas, que es alentada por el señor Santiago Molina en su columna y que encima las confunde con un sistema de gobierno. La ideología de izquierda no es sinónimo de comunismo y el socialismo como tal no es sinónimo de la payasada del socialismo del siglo XXI. Corrientes ideológicas de izquierda como la Social Democracia, el Laborismo o la Democracia Cristiana distan mucho de las estupideces que hacía Chávez o que hace ahora Maduro (los dos máximos exponentes del socialismo del siglo XXI), enfocándose en tener una economía capitalista con un fuerte componente social. En el caso de la ideología de derecha, las ultraderechas fascistas son partidarias de un sistema de propiedad privada apuntalado con una muy importante intervención estatal que garantice privilegios a los propietarios de los medios de producción (esto lo hace Ortega-Murillo en Nicaragua), filosofía diametralmente opuesta a una economía de mercado abierta, tal como la definen Mises y Hayek, por poner a los libertarios que proponen un sistema de precios basado en la libre interacción de la oferta y la demanda.

Nuestro sistema de gobierno es presidencialista, al igual que el de Venezuela y el de Nicaragua (una “socialista” y la otra de corte fascista), y ha permitido controlar a todas las instituciones que deberían servir de contrapeso para que el presidente y sus allegados no cometan abusos, al igual que en Venezuela y Nicaragua. La corrupción y la falta de castigo para corruptos y corruptores han jugado un papel fundamental en la toma de control de instituciones en Venezuela, Nicaragua y, más recientemente, en Guatemala. El listado geográfico de obras ha sido uno de los principales vehículos que han permitido “alinear” a los diputados y alcaldes al gobierno central y con ello usurpar otros poderes del Estado. La ideología tampoco moldea un gobierno, ya que la mayoría de los gobiernos de corte socialista en Europa, inclusive el régimen presidencialista unipartidista de China, toma medidas económicas capitalistas de libre mercado que garanticen un crecimiento sostenido en el tiempo.

Apreciable lector, espero que esta columna de opinión, inusualmente larga, le ayude a entender que un sistema de gobierno no va a definir el rumbo económico, inclusive ideológico de una nación, pero el control de las instituciones utilizando la corrupción como vehículo para alcanzar dichos fines, como sucedió antes en Venezuela y en Nicaragua, y sucede ahora en Guatemala, sí va a marcar de por vida a esta nación como una en la que se instalará una dictadura “democrática” en menoscabo de un sistema de gobierno supuestamente republicano y democrático.

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