Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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El día de ayer, Prensa Libre publicó un artículo en el cual daba a conocer que unos 18 buques graneleros estaban fondeados en Puerto Quetzal esperando atraque para ser cargados o descargados, algunos ya tenían 15 días esperando.    El presidente Giammattei, en alusión al mismo tema, se ufanó en una gira por Sololá de que 16 barcos cargados de mercadería esperaban turno para entrar a Puerto Quetzal, lo cual es un “reflejo de la cantidad de comercio y exportaciones que estamos teniendo”.    El mandatario vuelve a evidenciar su monumental desconocimiento en comercio internacional, cadenas de abastecimiento y operaciones portuarias.

Es lógico que en esta época del año exista congestionamiento de buques graneleros en Puerto Quetzal, ya que está finalizando la zafra azucarera y en menos de un mes inicia la temporada agrícola, por lo que incrementa la cantidad de barcos que vienen a cargar azúcar y a entregar fertilizante.    Sin embargo, este aumento en la cantidad de barcos no justifica la cantidad de barcos en espera, menos los 15 días que demora cada barco para ingresar al puerto.    Esto conlleva enormes costos para la economía nacional.    Costos que el presidente y su gabinete económico, por lo visto, ignoran por completo.    Esta situación también erosiona la competitividad del país de la que tanto se jacta el presidente.

Cuando una empresa contrata un buque granelero para realizar un flete, se estipula con el propietario del barco una tarifa diaria y una cantidad de días que se utilizará el barco (se debe incluir el tiempo de carga de la mercadería en el puerto de origen, el tiempo de navegación en alta mar y el tiempo de descarga en el puerto destino).    Por cada día adicional a lo estipulado en el contrato que se utilice el barco, su dueño tiene derecho a cobrar al fletador lo que se denomina demoras, que por lo general son equivalentes a la tarifa diaria contratada.    Por ejemplo, si se contrata un flete de un puerto estadounidense a Puerto Quetzal a una tarifa de 50 mil dólares diarios por 20 días, el costo de dicho flete es de 1 millón de dólares.    Si dicho barco viene a Puerto Quetzal y espera durante 15 días, el o los dueños de la mercadería tendrán que pagar al dueño del barco 750 mil dólares adicionales en concepto de demoras únicamente por esperar su turno en el puerto.    Si el barco trae 30 mil toneladas métricas de producto, esta demora incrementaráen 25 dólares la tonelada o aproximadamente 8 quetzales por quintal el costo del producto ya sea trigo, maíz, arroz, cemento o fertilizante.    El costo para la economía nacional es inmenso, y aunque el artículo de marras lo calcula en 100 mil dólares diarios, en realidad es mucho mayor.    Calcule, estimado lector, que 18 barcos estén pagando demoras a razón de 50 mil dólares diarios, el costo casi llega a un millón de dólares diarios, restando competitividad al país.

Es muy difícil que la solución se dé en el corto plazo.    Como indicaba también el artículo, el volumen de graneles en Puerto Quetzal ha aumentado en 300% en lo que va de este siglo.    Sin embargo, la capacidad de recepción del puerto sigue siendo prácticamente la misma.    El puerto cuenta con un muelle con capacidad para 4 barcos, de los cuales 2 son para barcos con contenedores y 2 son para graneles.    Para atender la demanda, se debería, como mínimo, duplicar los espacios para descarga de producto a granel, lo que se antoja difícil.    Otra solución puede ser aumentar la profundidad del puerto, dragando el fondo de la bahía de atraque, para incrementar así el calado de los barcos que vienen (calado es la distancia vertical desde la línea del mar hasta la parte más profunda de la quilla del barco), e incrementar así la cantidad de producto que traen los barcos, y por ende, disminuyendo la cantidad de barcos que atracan en el puerto.    Soluciones hay.

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