Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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El 26 de julio de 2018 escribí en este mismo espacio una columna de opinión titulada: “El peor de los impuestos”, en el que describía la situación en la que Venezuela se encontraba con una hiperinflación y de que forma afectaba al venezolano de a pie.

Hoy en día, en el mundo entero se están dando procesos inflacionarios en mayor o menor grado, que han sido provocados por las medidas que tomaron los gobiernos para hacerle frente a la crisis económica provocada por la pandemia del COVID-19.  Entre las medidas tomadas, se incluyeron importantes aumentos en los rubros de salud para mejorar la capacidad hospitalaria, así como transferencias monetarias para personas desempleadas, entre otros.

Estas medidas fueron exitosas inicialmente para la contención de la crisis económica, pero tendrían que haber venido acompañadas de un plan de recuperación económica, aunado a medidas de austeridad fiscal en los años subsiguientes, para que no provocaran un efecto inflacionario, y que el gobierno utilizara los fondos obtenidos del Congreso de forma honesta y transparente.  Este tema también lo traté en este mismo espacio el 14 de mayo de 2020 y lamentablemente el gobierno ha sido todo menos honesto y transparente a la hora de manejar los recursos públicos en los presupuestos más altos de la historia, con diferencia.

Para ajuste de penas, el Ejecutivo (utilizando de peleles a funcionarios del banco central), se jacta de que la inflación en Guatemala en el 2021 fue de tan sólo 3% ya que con sus “atinadas” medidas, lograron controlarla.  Para el ciudadano de a pie y para la micro, pequeña y mediana empresa, sin embargo, ese dato es muy distinto de la realidad.  Inclusive, dudo que los grandes empresarios estén de acuerdo con semejante mentira.

Solo con investigar el comportamiento de los precios de las principales materias primas durante el 2021 uno puede llegar a conclusiones muy distintas a las de los economistas del banco central.  Los principales insumos que se importan a Guatemala son petróleo y sus derivados (mejor conocido como la factura petrolera), hierro y acero, maíz y trigo.  El petróleo mueve prácticamente a todas las industrias y comercios del país, el hierro afecta a la construcción y el maíz y el trigo impacta a los productos alimenticios que tienen la mayor demanda en Guatemala: tortillas y pan, y también sirve de base para la elaboración de concentrados que a su vez alimentan a pollos, vacas y cerdos, componentes importantes de la dieta del guatemalteco.  Durante el 2021, los precios del petróleo subieron en 35%, los del trigo en 26% y los del maíz un 10%.  En el caso del maíz y trigo, debido al huracán Ida, existió una demora de más de 15 días en la salida de los barcos, lo que provocó desabastecimiento en el mercado local con el consiguiente incremento en precios.

En todos los rubros mencionados en el párrafo anterior (representan 20% de las importaciones) que sufrieron un incremento de precios, dicho incremento fue trasladado al consumidor más temprano que tarde el año pasado, por lo que resulta ilógico que la información gubernamental sea tan distinta a lo que se da en la realidad (ojo que no digo que se percibe, sino que se da).  Y escribo esta columna para enterar a mis estimados lectores que lo que dice el gobierno dista mucho de la realidad. De la suya y de la mía.

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