Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Hace casi un año, el 21 de noviembre del 2020, nos encontrábamos en la Plaza de la Constitución frente al Palacio Nacional manifestando en contra de la aprobación del presupuesto más alto y desfinanciado en la historia del país y del nepotismo llevado al extremo con la designación del neófito Miguel Martínez como director del Centro de Gobierno, ente controlador de todos los ministerios y usurpador de las funciones constitucionalmente asignadas a la vicepresidencia.

A pesar de la violenta represión de las fuerzas de seguridad a quienes pacíficamente manifestábamos (hechos que continúan en la impunidad gracias al Consuelo que brinda ahora el Ministerio Público), los manifestantes continuamos yendo a la plaza hasta que, con su acostumbrada cobardía, el presidente invocó la Carta Democrática, pactó con el vicepresidente, a quien después traicionó, y siguió (mal)gobernando nuestro país como si nada ocurrió.  Por poner un ejemplo, el pestilente contrato de las vacunas rusas Sputnik V que el gobierno firmó con el Fondo Ruso de Inversión Directa, del cual se pagaron 80 millones de dólares por adelantado y el gobierno ruso ha incumplido una y otra vez.  Mención aparte merece la deplorable actitud del presidente Giammattei, quien no pierde oportunidad para criticar al mecanismo COVAX pero no dice una palabra sobre su repugnante negociación con el intermediario ruso que vendió las vacunas Sputnik V, las cuales ni siquiera son aprobadas por la OMS, ni tampoco menciona que ha sido incapaz negociar con Pfizer para que los niños y adolescentes puedan vacunarse.  Ya sabemos que el beneficio propio es lo único que mueve al mandatario.

Un año mas tarde, el gobernante se apresta a que sus lacayos en el Congreso, junto a quienes le vendieron sus votos a cambio de la asignación de obra pública en el Listado Geográfico de Obras, le aprueben “su” presupuesto, en versión 2022.  Falta aún que los alcaldes comprados con la misma moneda y apalabrados en las onerosas giras presidenciales al interior del país (pagadas con nuestros impuestos), vengan a hacer fuerza para la aprobación del espurio presupuesto.

El proyecto de presupuesto que planteará la Comisión de Finanzas del Congreso casi alcanza los Q 106 mil millones, de los cuales más del 65% irá destinado a gastos de funcionamiento, es decir, casi Q 70 mil millones.  De lo poco que queda para el rubro de inversión, una parte va a la sobrevaloración de las obras y otra parte la esconden en rubros como “diseño”, “supervisión”, “arquitectura” y otros conceptos cuidadosamente seleccionados, que, cuando uno revisa los números de un proyecto, éste puede rondar entre un 20% y un 30% de la obra.  Se puede estimar que la supuesta inversión a la que se refiere el presupuesto fácilmente puede tener hasta un 50% de corrupción hábilmente escondida.

Estamos en un momento crítico, donde lo que nos corresponde a los ciudadanos que queremos un país diferente es salir otra vez a protestar a la Plaza de la Constitución para evitar la aprobación de un aberrante presupuesto y para exigir que el gobierno realice la compra directa de vacunas para menores de edad, y así el presidente puede dejar de dar excusas (para ocultar su incompetencia) cada vez que tiene un micrófono enfrente.

 

 

 

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