Emilio Matta Saravia
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El año 2022, el penúltimo del gobierno, será un año clave para diputados y alcaldes, por ser el año previo a la farsa electoral 2023 (tal como ha ocurrido desde 1986). En el presupuesto del 2022 se asignará el Listado Geográfico de Obras que, en este año preelectoral, será fundamental para que alcaldes y diputados puedan presumir de “obra pública” para lanzar su reelección, además de obtener otros “beneficios” adicionales.
No es noticia que las principales constructoras que licitan obra pública en Guatemala pertenecen a allegados o financistas de alcaldes y diputados, o son manejadas por testaferros de los presuntos “servidores” públicos. Por ello, el Listado Geográfico de Obras se convierte en una palanca muy efectiva para el Ejecutivo a la hora de negociar (chantajear es un mejor calificativo) lo que se les dé la gana. Son más de 5 mil millones de razones. Este año le ha servido al gobernante para alinear a distintos grupos de diputados, bajo la amenaza de retirarles obra de dicho listado, y así mantener en la presidencia del Congreso al impresentable Allan Rodríguez y a su innombrable Junta Directiva, que tan útiles le han sido para pasar leyes, evitar elegir cortes o, cuando sí han elegido magistrados, los mismos han sido alfiles útiles para los intereses particulares del jefe del Ejecutivo, como en la Corte de Constitucionalidad o el Tribunal Supremo Electoral.
Con el control de ambas instituciones (CC y TSE), se está preparando el andamiaje para que en el próximo proceso electoral Zury Ríos pueda participar como candidata presidencial (su excompañero de fórmula y fiel allegado preside la CC) para competir en segunda vuelta contra Sandra Torres (a quien el servil TSE ya le permitió ocupar de nuevo la secretaría general de la UNE). Los últimos dos procesos electorales nos han demostrado que cualquier persona tendrá garantizada la presidencia de Guatemala si compite en segunda vuelta contra Sandra Torres. Así de duro es su anti-voto.
Sin embargo, es tal la embriaguez de poder de las autoridades actuales, que ya ni se molestan en guardar las apariencias para hacer sus atrocidades, ya que tienen la certeza de que la ciudadanía, como de costumbre, no tendrá reacción alguna ante los desmanes del presidente, diputados o alcaldes. La invocación de la Carta Democrática Interamericana por dos manifestaciones violentamente reprimidas o cerrar las calles aledañas al Congreso cuando se va a tener una agenda conflictiva, son claras señales de lo cobardes que son las autoridades del país. Y, aun así, no reaccionamos como sociedad.
Como lo describió muy bien Carlos Fernando Chamorro, las dictaduras inician controlando las instituciones que pueden provocar contrapesos en el gobierno. En nuestro caso, prácticamente ya no existe ningún poder que pueda contrarrestar las decisiones del Ejecutivo debido a los movimientos realizados por Giammattei y su corte de adláteres. Con el control total del TSE y de la CC, aunado a una personalidad volátil y díscola, fácilmente podríamos estar en los albores de una nueva dictadura unipersonal en la región.
Y ante esto, los únicos responsables seremos nosotros mismos, por permitirlo.