Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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En una nota muy interesante sobre el desarrollo de la crisis nicaragüense, que data del año 2007, narrada por Carlos Fernando Chamorro, fundador del diario Confidencial y uno de los principales opositores políticos de la dupla Ortega-Murillo, resulta sorprendente ver las similitudes existentes entre la Nicaragua del 2007 y la Guatemala de hoy en día.

Conozco Nicaragua desde el año 1997 ya que he viajado allí en distintas ocasiones por motivos laborales, algunas veces por varias semanas, por lo que conozco dicho país relativamente bien. Tuve varios compañeros de maestría oriundos del vecino país que aún son mis amigos y por mi trabajo también he hecho muy buenos amigos nicas. Algunos de ellos han tenido que migrar a otros países en busca de mejores oportunidades por la mala situación que atraviesa su país.

Volviendo a las similitudes, es importante destacar que algunas de las principales acciones que tomaron en su momento los Ortega-Murillo fue ir obteniendo el control de los distintos poderes del Estado y las instituciones que podían servir de contrapeso para el régimen, socavando el Estado de Derecho en su país. Con agenciarse del control de las cortes, las municipalidades (por medio de fraude electoral en las elecciones municipales) y dominar el Congreso no les bastó, ya que ni aun así lograron los votos suficientes para cambiar la Constitución y poder reelegirse. Al final, tuvieron que valerse de un fallo de la Corte Suprema de Justicia, la cual estaba bajo su control, que indicaba que la prohibición de reelección “violaba sus derechos humanos”. Solo así lograron reelegirse. Controlar la fiscalía general y el Consejo Supremo Electoral fue el último paso para tener el control absoluto de todos los poderes e instituciones del Estado, lo que le permite a la dupla Ortega-Murillo hacer su voluntad a lo largo y ancho de Nicaragua.

De igual forma, a partir de 2017, en Guatemala dio inicio un proceso para obtener el control de los poderes del Estado que ha sido prácticamente un calco de lo ocurrido hace 15 años en Nicaragua. La participación de Sandra Torres en los comicios ha sido una garantía que cualquiera que llegue a segunda vuelta será presidente de Guatemala (el comediante y el doctor lo confirman). Jimmy Morales eligió a una fiscal general que le diera certeza de impunidad, lo cual fue aprovechado (y muy bien) por el actual gobernante. Desde una oficina en un sanatorio privado, se pactó la conformación de la directiva del Legislativo y el amaño de la elección de cortes para garantizarse el control del Organismo Judicial. La Corte de Constitucionalidad cayó después, entre la muerte de uno de sus miembros y la negativa de juramentar a la designada por la USAC. Controlar el Tribunal Supremo Electoral ya fue cuestión de tiempo. Cabe resaltar que el argumento principal que utiliza la próxima “ungida” a la presidencia (Zury Ríos), quien casualmente tiene a su excompañero de fórmula ejerciendo la presidencia de la CC, es que el artículo que le prohíbe ser candidata a presidenta de Guatemala “viola sus derechos humanos”.

Cabe resaltar el rol del sector privado organizado en ambos países, pues en Nicaragua permitieron la destrucción de sus instituciones y por ende del Estado de Derecho, bajo el argumento del “buen desempeño económico” que tuvieron por varios años. Hoy en dia están profundamente arrepentidos de haber permitido a los dictadores llegar a tal extremo. Si no cambian, en Guatemala les pasará exactamente lo mismo que a los nicas.

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