Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Quizás alguna vez nos hayamos preguntado por qué somos tan distintos a nuestros hermanos. O lo hayamos visto en otras familias.  Y es que si todos fuimos criados y educados por los mismos padres qué hace la diferencia?

Bien en algunos casos la respuesta es más simple, no fuimos educados por los mismos padres, porque uno o alguno creció con una tía, o una abuela.

Entonces los 2 o 3 que fueron educados por una misma familiar deberían ser iguales?

La respuesta es no. Todos traemos una fuerza interna, unos más que otros,  que nos ayuda a ser resilientes, y eso cambia todo. Nuestra tía o abuela podrá querernos mucho, pero sabemos que no es nuestra madre y allí está claramente la diferencia.

Algunas veces, en lugar de agradecer ese tiempo de crianza y cuidado, nos volvemos agrios, enojados y como dicen, rematamos con quien nos crió, con quien nos ayudó a crecer y quizás nos llevó a ser la persona de bien que hoy somos.

Pero qué pasa en un hogar de 3, 6, hijos. Imposible negarlo, la madre siempre tendrá preferencias por alguno: el mayor que le ayudó a criar a sus hermanos, el menor, que marcó el final del número de la familia, la niña que se parece a ella, …

Sin embargo, conforme fueron naciendo los hijos, la madre fue cuidando y criando al bebé. Y al darle su amor y caricias, él se sentirá protegido el resto de la vida.

El  doctor Allan Schore, de la Universidad de Los Ángeles California, ha confirmado que:  durante los primeros 2 años de su existencia, los bebés dependen de un vínculo materno fuerte para que sus cerebros se desarrollen de manera saludable. Alrededor del 80% de las células cerebrales crecen durante esta etapa, a los bebés que no se les permite desarrollar adecuadamente su cerebro, teniendo un vínculo fuerte, pueden seguir afectados por el resto de sus vidas.

Según investigadores, el cerebro de un niño que no recibió afecto y cuidado carece de los componentes más fundamentales de sociabilidad, lo que no significa estar entre otros niños, por lo que tiene muchas más posibilidades de verse involucrado en delitos violentos, volverse adicto a drogas nocivas, no poder encontrar empleo e incluso depender de otros durante una gran parte de su vida.

Tendrá más probabilidades de desarrollar enfermedades mentales y otras condiciones dañinas a lo largo de su vida.

La negligencia infantil es un círculo vicioso debido a la alta probabilidad que los padres negligentes hayan sido descuidados por sus padres en el pasado y, por lo tanto, tampoco tengan un cerebro completamente desarrollado.

Investigaciones han demostrado que estos ciclos pueden superarse si se lleva a cabo una intervención temprana y las familias involucradas reciben el apoyo adecuado y los niños puedan tener acceso a una mejor calidad de vida, creciendo para convertirse en personas más inteligentes y empáticas.

Entonces necesitamos brindar no sólo cuidado sino amor a nuestros niños, hacerles sentir queridos parte de una familia esperada y deseada.

Hará de nuestros niños mejores personas. Cuando se habla de pandilleros siempre se vinculan con familias desintegradas y es allí el punto crítico. Si mi padre se va de la casa, si mi mamá sale a las 06:00 horas y retorna muy entrada la noche porque tiene dos trabajos para sostenernos, y mi hermana mayor de 9 años debe hacerse cargo del bebé. Es entendible que en esa familia todos sean disfuncionales.

Todo esto tiene mucho que ver con la educación, ayudemos a los adolescentes a no abandonar sus estudios. Y aquí entra el gobierno con un programa de educación acelerada a distancia, creado para el Ministerio de Educación por el licenciado David Noriega, pero poco o nada publicitado.

Estudiar, permanecer en el sistema educativo, nos ayuda a entender muchas cosas. Y a volvernos personas de bien.

Un punto al licenciado Arévalo, presidente de mi país, por su apoyo a la educación. Pero estoy segura que su padre Juan José, diría que se necesita más, mucho más para ayudar a los jóvenes sin oportunidades.

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