Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Edith González

Tanto el crecimiento demográfico como la emergencia climática marcarán la agenda de la comunidad internacional en los próximos años. Algunos expertos aseguran que aligerar de habitantes el mundo sería una medida muy eficaz para reducir las emisiones contaminantes, otros defienden que la clave es cambiar los hábitos de la población.

Ambas circunstancias tienen relación. El Instituto Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME), publicó en la revista “The Lancet”, que si la población mundial fuera menor, la reducción de emisiones de carbono también lo sería. Otros científicos dicen que los individuos son contaminadores por su forma de vida, no por su número. Se ve en las diferencias entre lo que contaminan unos y otros países.

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en 2019 había 7,700 millones de personas sobre la faz de la Tierra. Las estimaciones para 2050 son de 2,000 millones de habitantes más. Crecimiento que obligará a incrementar los recursos actualmente disponibles.

Según la Fundación Aquae, en 2030 el mundo necesitará, 50% más de alimentos, 45% más de energía y 30% más de agua. El cambio climático actúa sobre estas tres variables. Los desastres ambientales provocados por la acción humana inciden sobre la salud, la alimentación, la vivienda, el agua potable y la higiene de miles de personas. El estudio realizado por el IHME señala: “Una disminución de la población mundial total en la segunda mitad del siglo significaría menos emisión de carbono, menos estrés para los sistemas alimentarios mundiales y menos probabilidades de sobrepasar los límites del planeta”.

Según el estudio “The climate mitigation gap”, tener un hijo menos es una de las acciones individuales más efectivas para reducir las emisiones globales. Cada nacimiento en un país desarrollado equivale a una media de 58,6 toneladas de CO2 al año. Cada persona es responsable de unas cinco toneladas de emisiones de CO2 al año. Pero no todos tienen la misma huella de carbono. Jean-Marc Jancovici, ingeniero francés experto en cambio climático, dice: el impacto de cada ser humano sobre el medio ambiente depende de la suma de varios factores como la vivienda, la movilidad, los productos que consume o la energía que utiliza, entre otros.

Según Our World in Data (Nuestro Mundo en Datos), el país más contaminante es Qatar, le siguen Kuwait y Emiratos Árabes Unidos, Luxemburgo y España.

“Los datos muestran que el 10% de la población global que incluye las personas más ricas del mundo es responsable del 50% de las emisiones de calentamiento global cada año. Y una realidad extremadamente injusta es que los impactos del cambio climático caen de manera desproporcionada sobre las mismas poblaciones que menos contribuyen al problema”, afirman desde la organización Union Of Concerned Scientist, conformada por un grupo de científicos estadounidenses.

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU pone en valor la toma de decisiones de personas y hogares para reducir las emisiones globales. Según este trabajo, un cambio en los hábitos de consumo ayudaría a disminuir entre un 40% y un 70% las emisiones de CO2.

El informe estructura las medidas bajo la perspectiva de:

1. Evitar: las acciones que tendrían mayor potencial, como reducir el número de vehículos y vuelos de larga distancia al año. Aumentar el teletrabajo, mayor reciclaje de envases y la reducción del desperdicio alimentario.

2. Cambiar: utilizar más el transporte público, consumir menos carne, incrementar de la movilidad en bicicleta y caminar, y sustituir el uso de avión por el tren.

3. Mejorar: Utilizar vehículo eléctrico, energías renovables y la forma de calentar nuestros hogares.

Sabrina Helm, autora del estudio, afirmó “casi todos los participantes dijeron que les preocupaba cómo los niños contribuirían al cambio climático a través de una mayor huella de carbono y el uso excesivo de recursos que podrían ser más escasos en el futuro, como los alimentos y el agua”.

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