Edmundo Enrique Vásquez Paz

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A finales del año 2021 rescaté algunos pensamientos del gran pensador argentino José Ingenieros (1877-1925), que aparecen en su muy reconocida obra “El hombre mediocre” y que, en un país como el nuestro, siempre son de actualidad. Por esa razón, hoy los vuelvo a publicar.

Estoy de acuerdo con la idea de la necesidad de reinventarnos como sociedad si pretendemos cambiar los destinos de nuestro país.

Coincido en que es necesario cambiar los pensamientos para, con ello, incidir en un cambio de comportamiento; y en que, algo que es valedero a nivel particular, también lo debe poder ser a nivel de conglomerados sociales, de personas en asociación (familias, empresas, naciones).

En este afán, cobra importancia la función del idealismo y el de sus oficiantes: los idealistas. José Ingenieros reflexiona sobre este tema y lo desarrolla de manera magistral: rescata sus figuras como aves necesarias para que las parvadas alcen vuelo. También piensa Ingenieros sobre el concepto de patria y el de nación.

A continuación, transcribo algunas de sus frases. Frases que llaman a la reflexión.

Sobre el idealismo

“El ideal es un gesto del espíritu hacia alguna perfección”.

“Un ideal no es una fórmula muerta, sino una hipótesis perfectible […]”.

“Un hombre, un grupo o una raza son idealistas porque circunstancias propicias determinan su imaginación a concebir perfeccionamientos posibles”.

“Sin ideales sería inconcebible el progreso. El culto del “hombre práctico”, limitado a las contingencias del presente, importa un renunciamiento a toda imperfección”.

“La humanidad no llega hasta donde quieren los idealistas en cada perfección particular; pero siempre llega más allá de donde habría ido sin su esfuerzo”.

“El original, el imaginativo, el creador no teme sus odios; los desafía, aun sabiéndolos terribles porque son irresponsables. Por eso todo idealista es una viviente afirmación del individualismo, aunque persiga una quimera social; puede vivir para los demás, nunca de los demás”.

“Si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes resulta siempre relativo al conjunto: el hombre es un valor social”.

“El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia imitativo y está perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. […] Su característica es imitar a cuantos le rodean: pensar con cabeza ajena y ser incapaz de formarse ideales propios”.

“El hombre superior […] es original e imaginativo, desadaptándose del medio social en la medida de su propia variación […] es precursor de nuevas formas de perfección, piensa mejor que el medio en que vive y puede sobreponer ideales suyos a las rutinas de los demás”.

“Todos los hombres de personalidad firme y de mente creadora, sea cual fuere su escuela filosófica o su credo literario, son hostiles a la mediocridad”.

“El eterno contraste de las fuerzas que pujan en las sociedades humanas, se traduce por la lucha entre dos grandes actitudes, que agitan la mentalidad colectiva: el espíritu conservador o rutinario y el espíritu original o de rebeldía”.

Sobre patria y nación

“Los países son expresiones geográficas y los Estados son formas de equilibrio político. Una patria es mucho más y es otra cosa: sincronismo de espíritu y de corazones, temple uniforme para el esfuerzo y homogénea disposición para el sacrificio, simultaneidad en la aspiración de la grandeza, en el pudor de la humillación y en el deseo de la gloria.  Cuando falta esa comunidad de esperanzas, no hay patria, no puede haberla: hay que tener ensueños comunes, anhelar juntos grandes cosas y sentirse decididos a realizarlas, con la seguridad de que al marchar todos en pos de un ideal, ninguno se quedará en mitad del camino contando sus talegas. La patria está implícita en la solidaridad sentimental de una raza y no en la confabulación de los politiquistas que medran a su sombra”.

“No basta acumular riquezas para crear una patria: Cartago no lo fue. Era una empresa”.

“Cuando no hay patria no puede haber sentimiento colectivo de la nacionalidad”.

“Mientras un país no es patria, sus habitantes no constituyen una nación. El celo de la nacionalidad sólo existe en los que se sienten acomunados para perseguir el mismo ideal. […] Sólo el hombre digno y libre puede tener una patria”.

“Puede tenerla; no la tiene siempre, pues tiempos hay en que sólo existe en la imaginación de unos pocos: uno, diez, acaso un centenar de elegidos […] En esos pocos está la nacionalidad y vibra en ellos; mantiénense ajenos a su afán los millones de habitantes que comen y lucran en el país”.

“Cuando se vive hartando groseros apetitos y nadie piensa que en el canto de un poeta o la reflexión de un filósofo puede estar una partícula de la gloria común, la nación se abisma”.

“Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella”.

Bibliografía: José Ingenieros, El hombre mediocre, BIBLIOTECA CLÁSICA Y CONTEMPORÁNEA, Editorial Losada, Buenos Aires, Tercera edición, 1966.

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