Edmundo Enrique Vásquez Paz

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Edmundo Enrique Vásquez Paz

El malestar de un conglomerado social cualquiera con respeto a la situación en la que se encuentre es asunto que ella misma debe saber sentir y juzgar. Es de esa percepción y de la consciencia que despierte en él (el conglomerado) que debe surgir la decisión y la energía para cambiarla.

La acción generada para cambiar o mantener la situación en la que se encuentra un conglomerado, es algo que debe darse bajo el cobijo de una suficiente legitimidad. Esto es, de una expresión amplia y representativa: el conglomerado social actuando como organismo.

Lo que se refiere a las actividades para despertar la conciencia del todo, es algo que bien puede ser propiciado por individuos. De sus más preclaros miembros y de las visiones que lleguen a concertar, dependerá lo que suceda.

En el caso de Guatemala, nos encontramos en un momento en el cual las circunstancias nos están urgiendo a reaccionar, aunque por de pronto y sin liderazgos claros y esclarecidos, esto pueda sonar a sinrazón. No obstante, algo hay que hacer. Por algo hay que empezar. A continuación, transcribo algunos párrafos relacionados con el tema del “despertar de la consciencia” que están contenidos en un ensayo que publiqué en 2015, Guatemala, un país que merece gobernarse a sí mismo, Serviprensa, ISBN 978-9929-688-28-5.

Se trata de un texto pensado para provocar la discusión y el diálogo en el seno de grupos de ciudadanos interesados en el despertar de la nación. Los párrafos aparecen numerados, para facilitar la ubicación de las ideas sobre las que se desee dialogar. En el presente artículo, conservo la numeración pensando en aquellos que deseen consultar la edición original. En algunas ocasiones he modificado levemente la redacción con el propósito de que los contenidos estén contextualizados.

“15. El primer elemento que es importante [que cada ciudadano llame a su consciencia], se refiere a [su] percepción sobre el estado actual de las cosas en Guatemala. [Nosotros consideramos que ya] existe un difundido sentimiento de que es hora de hacer algo (aunque aún no se sepa qué es lo que se debe hacer, ni cómo, ni con quién).

“16. Si, [lo que se persigue es que más y más ciudadanos] se decidan a participar de alguna manera [en la búsqueda de un cambio positivo para todos], es necesario que cada uno tenga suficiente conocimiento de causa, así como criterios para acompañar su decidirse a actuar, esto es, razones para convertirse en actores con protagonismo e incidir. Para ello, es conveniente recordar y reflexionar, previamente y sin atropellos, sobre varios aspectos. Algunos de éstos los planteamos a continuación.

“17. Uno de los aspectos que es importante considerar es el que se relaciona con reconocer que en el país está creciendo de manera alarmante una latente desesperación ante el estado de deterioro en el que se encuentra todo aquello que, como ciudadanos, nos debería inspirar seguridad y confianza. Se trata de un sentimiento compartido.

“18. No es necesario sustentar con números o estadísticas ni la situación actual ni las tendencias. Cuando se repasa el estado de las cosas en el país, resulta evidente que nos encontramos en el más absoluto abandono. En buena medida, porque hemos olvidado el auténtico sentido del Estado como la organización concebida para, al interno, garantizar la vida en armonía de todos los ciudadanos y, al externo, lograr la viabilidad del país en el tinglado de todas las naciones. Y, en otra buena parte, porque nos hemos conformado con que las riendas del Gobierno las detenten (adjudicadas vía unos procesos eleccionarios que no satisfacen debido a su vacuidad) grupos conformados –¡cada vez esto se hace más patente!– para lograr el acceso al poder público con el propósito de satisfacer “sus propias” necesidades mientras que: ¿Guatemala?: ¡al margen!

“19. No es cuestión de discutir si el gobierno debe proporcionar Salud a sus habitantes o cada uno se las debe agenciar a partir de sus propios recursos. Eso es asunto del modo [y se resolverá en su momento]. Más importante es reconocer que debe ser propósito del Estado e interés de todos, contar con una población vigorosa y sana no sólo para garantizar la tranquilidad y el disfrute vital de todos y cada uno de sus ciudadanos sino para, como Estado, ser viable y competitivo en el concierto de las naciones. No obstante, se constata que la atención pública en Salud es más que lamentable

“20. [Tampoco] es cuestión de discutir si el Estado es el que debe proporcionar la Educación y la Capacitación necesarias para el trabajo o si cada uno se las deba agenciar para obtenerlas a partir de sus propios recursos. Se olvida que estamos organizados como Estado para perseguir, como propósito natural del conjunto organizado de personas que somos, el que sus ciudadanos, individualmente, alcancemos la felicidad, y su capital humano, visto en conjunto, tenga los atributos necesarios para que el país pueda competir como tal y ser viable a nivel internacional. No obstante, se constata que el nivel educativo en el país es deplorable, tanto el público como el privado.

“21. Y no es necesario continuar con el largo listado. Resulta de todos conocido –ya sea por la propia vivencia o por lo que nos enteramos– que la situación en la que se encuentran el manejo de aspectos básicos como los de la seguridad, la impartición de justicia, el mantenimiento de la infraestructura vial, el aprovechamiento y manejo de los recursos hídricos, el manejo y disposición de los desechos, la protección de los suelos, la capacidad de captación de agua previendo sequías, la prevención de hambrunas… son realmente angustiantes”.

[En lo que corresponde a la administración de la Justicia, ya no se cuenta como tal porque los órganos encargados de su gestión ya no son independientes de los otros organismos del Estado y han sido penetrados por fuerzas y poderes que solamente buscan sus propios y particulares beneficios].

“22. Todo lo anterior, y más, lo percibimos cotidianamente, en los artículos de prensa, en los programas radiales o televisivos, en las conversaciones que escuchamos en la calle, entre familiares o con amigos. Existe una auténtica preocupación y desesperación. Pero no se plantean respuestas que sean integrales y que gocen de confianza por parte de la ciudadanía. Esto, preocupa.”

En una próxima entrega presentaré algunas reflexiones relacionadas con la manera de buscar propuestas de solución “concertadas” en un país con las características del nuestro.

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