Edmundo Enrique Vásquez Paz

post author

Edmundo Enrique Vásquez Paz

Es conveniente reconocer desde un inicio que lo que nos debe interesar son las ideas. Ideas como tales, en su pureza esencial; al margen de sus orígenes… de todas las intenciones -buenas o no- que se puedan adscribir a sus generadores. Y, así, reflexionar sobre ellas.

Pensando que, con citar a los autores se puede malograr una buena discusión…, conocedor de la difundida mala costumbre de recurrir a los juicios ad-hominem para descalificar ideas, he optado por evitar su mención abierta.  Bien pensado, me limitaré a mencionar tan solo “las letras con las que principian y terminan los nombres de cada uno de ellos” (como solíamos decir jugando, en la infancia, cuando se suponía que se debía guardar un secreto … según aquello de “contar el milagro pero no revelar el Santo”) y dejar a los curiosos que investiguen el nombre/origen de los pensadores y, si sienten placer en ello, inauguren discusiones sobre esos personajes, sus filiaciones ideológicas y todos los males o los bienes que puede prometer el seguir sus proposiciones…

Presento ideas que, a mi criterio, son valiosas. Y lo hago protegiéndolas o guardándolas de cualquier infestación. Espero, así, rescatar su sentido primigenio y facilitar que sirvan como catalizadores para la generación de pensamiento fresco, de reenfoques, de retoños y brotes nuevos surgiendo de los conocimientos y de las experiencias acumuladas por tantas personas, tantas generaciones… así como sucede con todas las ramas de la ciencia, que evolucionan gracias al empeño y al cariño de los que han sabido cultivar el saber…

Sobre el concepto de Universidad, han escrito importantes eruditos. Y resulta interesante releer sus pensamientos; dedicarles reflexión.

Un punto básico para cualquier meditación sobre la Universidad es comprenderla, desde un principio, como una institución de tipo instrumental que la sociedad organizada se da a sí misma para su beneficio, para fortalecerse, para hacerse viable como Estado.

Un gran pensador europeo, JOG, señalaba que la raíz para el adecuado diseño de la Universidad está en “acertar plenamente su Misión” (algo que podría parecer trivial pero que frecuentemente se olvida cuando se trata de emprender el bosquejo de casi cualquier construcción). “Son los fines los que deben determinar la estructura y el funcionamiento de la universidad”, apunta AUP, un reconocido intelectual sudamericano.

El mismo AUP, señalaba para su propio país que “la Universidad debe darle los hombres de ciencia y técnica capaces de enfrentarse con eficiencia a las tareas de vencer el atraso… formar los investigadores, los creadores y los pensadores que pueden contribuir decisivamente a fijar el rumbo del destino nacional…”, con lo que daba la pauta principal a partir de la cual se debería diseñar “la Universidad”.  Esto es: la institución Universidad se debería diseñar en función de ese propósito. Un diseño adecuado a producir eso que de ella se espera.

“La Universidad y el destino nacional están indisolublemente unidos” (AUP).

“Con una Universidad de segunda clase no se puede hacer un país de primera clase” (AUP).

“Para hacer una Universidad no se necesita sino maestros de primera clase…” (AUP).

“No existe ninguna maldición… que impida que sea posible realizar esto en nuestro país, si no resolvemos hacerlo conscientes de que, sin una buena Universidad, no podremos sacar adelante la empresa de hacer nuestro país” (AUP).

Algo fundamental, que AUP refiere al caso concreto de su país, es la siguiente aseveración: “… no hemos tenido ni la decisión ni la convicción suficientes… para darle al país la Universidad que necesita para realizar su destino…”.  Es justo preguntarnos si esto no aplica a Guatemala, sobre todo ante reflexiones que él se hace con toda sinceridad, como las siguientes:

“…nuestra universidad no ha sido creadora activa, sino recibidora y repetidora tardía de conocimiento venido de afuera. Esta actitud pasiva, la ha llevado a perder de vista sus fines verdaderos y ser sumisa y discontinua imitadora de algunas normas externas de otras instituciones”.

Y agrega varias reflexiones realistas, para cuando el caso de países como el de él y el nuestro:

“Un país pobre tiene que ser cuidadoso y exigente con el rendimiento de su Universidad…”.

“Un país debe ser retribuido por parte de su Universidad con la preparación de los mejores equipos humanos…”.

“El objeto de la Universidad debe ser el formar los hombres de que el país está necesitado:

hombres de recia disciplina moral y social contra la anarquía y la indolencia que por tantos años nos ha destruido;

hombres de capacidad técnica para el trabajo y la producción, contra el empirismo, la improvisación y el escaso rendimiento…;

hombres con un claro sentido de sus deberes para con la patria, para con los demás ciudadanos y para consigo mismo;

hombres, en una palabra, capaces de sacar adelante la empresa de crear una gran nación…”.

En una próxima entrega, presentaré algunas reflexiones que se refieren al concepto de Universidad, pero en el contexto global de una civilización y un tiempo. El marco general, por así decirlo, en el que debería encajar el emprendimiento universitario de un país. “En todos los tiempos, las universidades…. han estado al servicio de un gran designio nacional y humano. Han tenido una concepción del hombre y de su destino y han procurado formar los servidores y realizadores de esa concepción…”, nos dice APU.

También incluiré algunas reflexiones sobre el tema de la Universidad en el contexto de la “civilización y del tiempo” en el que nos encontramos en Guatemala.

Artículo anteriorNarrativa y vida
Artículo siguienteSe le están volteando a Porras