Douglas Gonzalez

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Politólogo, egresado de la USAC y la UCJC. Librepensador. Experiencia en políticas públicas, procesos de diálogo y comunicación política. Una mejor Guatemala es posible y necesaria.

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A pesar de enfrentar las situaciones más adversas y pese a la estigmatización y marginación a la que millones de inmigrantes se ven sometidos en Estados Unidos, su fuerza en la economía de ese país es innegable.

Según una nueva estimación de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO por sus siglas en inglés) la economía estadounidense crecerá 7 trillones de dólares adicionales durante la próxima década a medida que un aumento de la inmigración cree una mayor fuerza laboral y aumente la demanda agregada de bienes y servicios.

Los hallazgos de la CBO coinciden con los de economistas que sugieren que las tendencias de inmigración en Estados Unidos han ayudado a la economía a evitar una recesión, ya que más trabajadores ayudan a impulsar la productividad sin causar un aumento en la inflación salarial.

Según Phillip Swagel, director de la CBO, «La fuerza laboral en 2033 aumentará en 5,2 millones de personas, principalmente debido a una mayor inmigración neta. Más trabajadores significa más producción y eso a su vez conduce a ingresos fiscales adicionales», afirmó.

En Guatemala, las cosas no son muy distintas. Los más de 20 millardos de dólares que envían los migrantes guatemaltecos significan una inyección de recursos que dinamizan nuestra economía y sostienen nuestra moneda frente al dólar. Generan ingresos al fisco y proporcionan un medio de vida a millones de familias que, sin esa ayuda, estarían en las calles demandando un cambio radical.

Estamos a las puertas de una campaña electoral en Estados Unidos, donde desde ya podemos advertir que los inmigrantes latinos serán un tema crítico. Necesitamos más voces que defiendan la importancia y el valor que el trabajo de millones de inmigrantes aportan al crecimiento económico de la primera potencia mundial.

Es necesario unir esfuerzos entre gobiernos, congresos, organizaciones internacionales y sociedad civil para proteger los derechos de los trabajadores inmigrantes, y promover el crecimiento de oportunidades de trabajo temporal seguro y digno.

Es obvio que el aporte de los trabajadores migrantes es de beneficio tanto para el país que los recibe, como para los países que, por falta de oportunidades en su propio suelo, los envían hacia Estados Unidos o Canadá. Lo cual, amerita un esfuerzo al más alto nivel para garantizar las mejores condiciones posibles para quienes han tomado esa difícil decisión de mejorar su calidad de vida emigrando a otro país.

Los migrantes son una fuerza capaz de moldear las economías, tanto del país que los recibe, como del país que tuvieron que dejar. Sin embargo, su poder político aún no se hace sentir con la suficiente fuerza en los gobiernos. Pero, eso es solo cuestión de tiempo.

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