Una mejor Guatemala es posible y necesaria.
“Pídeme lo que quieras, excepto tiempo”.
-Napoleón
El pueblo habló en las urnas hace ya casi dos meses; sin embargo, su voluntad aún no se logra imponer. Dos meses llevan también los intentos orquestados por un régimen político que se niega a reconocer los resultados expresados en las urnas. El tiempo avanza y ninguna de las dos vertientes de la historia logra imponerse frente a la otra. Estamos en presencia de una guerra de desgaste, donde el factor crítico no son las tropas, ni la artillería sino el manejo del tiempo.
El origen de esta crisis es el hecho que la victoria de Bernardo Arévalo, limpia a toda carta, tomó por sorpresa a la coalición que dirige Alejandro Giammattei desde el Ejecutivo, cuyo dominio se extiende hacia los tres poderes del Estado, CC, MP, empresarios y algunos medios de comunicación. Según ellos, todo estaba arreglado para que dos sus candidatos llegaran a segunda vuelta y que, con matices mínimos, las dos variables que conducen este régimen: corrupción e impunidad, permanecieran inamovibles. Sin embargo, el pueblo tenía otros planes.
Desde el momento que se supo que Arévalo pasaba a segunda vuelta se emprendieron diferentes acciones judiciales con la aquiescencia de Giammattei y su coalición, todas tendientes a desconocer los resultados electorales y con un horizonte de 4 meses para materializarse. Lo cual, hizo que muchos pensaran que las probabilidades de éxito del fraude eran altas.
Hoy, dos meses después de soportar la asonada, las condiciones han cambiado. Restan dos meses para llegar al 14 de enero y el mes de diciembre detiene el reloj. Así que todo se reduce a 4, a lo sumo 5 semanas para consumar un golpe que ya se ve lejano.
En los días que restan para el 14 a las 14, se le pide al Congreso que levante el antejuicio al vicepresidente (107 votos), a los 8 magistrados del TSE (se deben conformar 8 comisiones pesquisidoras), apruebe el presupuesto 2024 y, por si fuera poco, elija una nueva CSJ antes del 15 de diciembre. Esto, sin contar que, eventualmente se le pediría nombrar a un nuevo vicepresidente para que, si fuera el caso, ocupara el cargo que dejaría Giammattei al renunciar antes del 14 de enero. Un trabalenguas temporal imposible de procesar por una maquinaria desgastada, sin los flujos de dinero a la que está acostumbrada y con la condición personal de cada diputado que ya está pensando más en salir del fango que en permanecer en el pantano.
Por su parte, Bernardo resiste. Sabe que el tiempo corre a su favor y que el declive del poder en las últimas semanas es acelerado. Su misión es construir una agenda, nacional e internacional, que le dé presencia mientras su equipo de estrategia legal trabaja para ampliar plazos y asfixiar, por falta de tiempo, los esfuerzos golpistas.
En esta guerra de desgaste y lucha contra el tiempo, la contribución de los 48 Cantones a la alternancia del poder será invaluable. Pese a los esfuerzos por desgastar su imagen y menoscabar su aporte cívico, las movilizaciones indígenas y urbanas lograron despojar al Pacto de la única variable irremplazable en esta lucha: el tiempo. Ese mes que detuvieron las acciones golpistas deberá ser recordado por todos cuando Bernardo Arévalo asuma la presidencia el 14 de enero de 2024.