David Barrientos

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Guatemalteco con educación para el análisis de coyuntura, administración, dirección, alta gestión y coordinación de proyectos de seguridad, defensa, logística y manejo de crisis, con experiencias en el liderazgo de grandes unidades militares e interinstitucionales, actualmente consultor independiente y doctorando en ciencias sociales.

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David Barrientos

La semana recién pasada Guatemala tuvo la visita de dos delegaciones de los Estados Unidos de América, una del Secretario de Seguridad Nacional y comitiva; la otra, una delegación bipartidista del Senado, además antecedidas por la visita de la Vicepresidenta Kamala Harris y otros enviados especiales, mismas que fueron atendidas por el Presidente de Guatemala y parte de su Gabinete de gobierno. Estos encuentros están revestidos de gran importancia para la seguridad de ambos países, al parecer existe ya la claridad que los temas tratados como: migración irregular, contrabando en puertos, control de la pandemia, combate al narcotráfico y combate a la corrupción; deben ser analizados, tratados, combatidos y demás, de manera compartida en beneficio de ambas naciones, pues por disímiles que sean, los temas tratados involucran de una u otra manera a Guatemala y a los Estados Unidos. El interés de Washington por Guatemala es más que evidente y aunque este tipo de encuentros tiene una serie de formalidades y protocolos, muestra réditos concretos; es más, fue acompañada de una dotación de vacunas nada despreciable, lo que implica solidez; ello no es casualidad, sobre todo por la desafortunada tardanza en la inoculación a la población guatemalteca en general.

Los hechos mencionados parecieran ser el inicio de una nueva etapa de tales relaciones bilaterales encaminadas a resolver problemas de interés común, pues no son frecuentes tales visitas, tampoco la manera en que se desarrollaron, donde pueden identificarse matices que contienen profundidad histórica. Toca ahora no solo al gobierno de Guatemala, si no al de la Unión Americana materializar los acuerdos adquiridos durante los últimos meses, con la claridad que los problemas a la seguridad humana, en tiempos de globalización está como todo, conectado, la interdependencia es una realidad, de tal manera que las recientes visitas parecen responder a esa comprensión; que al final tiene particularidades diferentes en cada país, las que deben tratarse de acuerdo con esas características. La presencia oficial de la hegemónica Unión Americana en Guatemala tiene mensajes implícitos, mismos que deben interpretarse, la atención requiere reacción; los giros en la política exterior americana para el país necesariamente implican timonazos nacionales.

La seriedad manifiesta en los encuentros mencionados, principalmente en los dos últimos: el del Secretario de Seguridad Nacional y el grupo bipartidista del Senado de los Estados Unidos requieren de análisis desapasionados y de una lectura política a la que no acostumbramos los guatemaltecos, pues no ha sido una de nuestras fortalezas; las interpretaciones de hechos concretos deben permitirnos actualizar, flexibilizar o adaptar concepciones estratégicas nacionales, todo en beneficio de la seguridad humana, la que se ve amenazada cuando no se privilegia el bien común o no se visualiza la protección contra las amenazas críticas y omnipresentes que ciernen sobre la realización del ser humano.

La atención que debe ponerse a las acciones subsiguientes a compromisos entre los Estados es de importancia capital, en virtud que tiene que ver con la pervivencia ya no de los estados como nos acostumbraron, si no de sociedades afectadas por males globales de diferente índole; cada lector sin duda tiene su propia lectura de tales visitas, ¿cuál es la suya?

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