Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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En un sistema democrático verdadero, las instituciones son la garantía de la soberanía del pueblo, sin embargo, en Guatemala, al parecer, el Estado cooptado por las mafias y las élites, hará todo lo que esté en sus manos para que la decisión del soberano no prevalezca, y todo apunta, a que luego de la segunda vuelta electoral, veremos a profundidad, el rostro de la mezquindad y la impunidad.

Las instituciones del Estado deben ser las garantes de las pautas de articulación de la acción política, que garantizan que quienes detentan el poder, no cometan excesos ni desmanes. Por ejemplo, abuso de poder, corrupción, impunidad; ilegalidad, en suma. Sin embargo, el Ministerio Público, luego de unos días de silencio, ha salido nuevamente para amenazar a Semilla y anunciar detenciones después del 20 de agosto. Giammattei, también luego de permanecer callado de manera cómplice, sale con un mensaje a la Nación que solo constituye un acto pilatesco. El juez conocido ya a nivel nacional e internacional, sigue anuente a la persecución espuria y, muchas diputadas y diputados electos, han optado por apoyar la derrota de Semilla.

Todo esto porque a la vieja política los números no le terminan de cuadrar, a pesar de que su jefe de campaña, aliado con el partido oficial y dos partidos más, claramente explica cómo se pagará la movilización del voto el día D (lo cual constituye un delito electoral ante el cual el MP se hace de la vista gorda: descarados), y a pesar de tener más de 250 municipalidades apoyándola. El poder omnímodo que las élites y sus operadores políticos han tenido durante 37 años, está en peligro y tienen mucho miedo.

Lo que es un hecho, es que sea cual fuere el resultado electoral del domingo, ante los guatemaltecos, por fin, se ha desnudado la situación de un sistema político electoral podrido, que no vela por los intereses de los votantes o de la población. Las y los guatemaltecos saben ahora que las y los políticos, son el resultado de lo que ha diseñado el sistema para mantener el poder y el control, que la clase política es caduca, corrupta e inepta, pero que solo son operadores de élites igualmente caducas, corruptas y voraces.

A partir del 21 de agosto se abre una nueva época para el país, gane quien gane, si gana la UNE, el deceso de los corruptos se alargará dolorosamente, pero no se detendrá el proceso de su extinción. Si gana Semilla, se acelerarán eventos que tendrán como resultado nuevos caminos para Guatemala.

El Estado en su conjunto, ha dado muestras de tener tremendas fallas en lo relacionado a ser uno democrático y representativo. En más, se impone la necesidad de acercar la voluntad de las personas a los designios de la clase política y las élites. Insistir en esta manera cuasi feudal de control de la sociedad, la política y la economía, es insostenible.

Aunque sea incómodo, hay que decir que tenemos un Estado corrupto y desfasado, hay que transformarlo, y esa transformación inicia el 21 de agosto.

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