Danilo Santos
Cuando la fecha de caducidad de un alimento ha vencido, difícilmente lo tomaremos, a menos que nuestra necesidad sea mucha y no tengamos otra cosa con qué alimentar a nuestra familia y a nosotros mismos. Lo mismo pasa si probamos algo y su gusto es rancio o huele mal, no dejamos que nadie más en nuestra mesa lo pruebe. Lo anterior es lógico y razonable, cuidamos a quienes amamos y nos cuidamos nosotros mismos. Me pregunto entonces: ¿Por qué no hacemos lo mismo cuando de política y políticos se trata? Seguimos escogiendo a los que claramente sabemos han rebasado por muchos años su fecha de caducidad, que huelen a podrido, que saben asquerosamente mal. ¿Por qué? Mi hipótesis es que las ideas de la cultura dominante, son manejadas de tal forma que nos condicionan como el perro de Pavlov a responder a estímulos, en este caso, perversos; nos han convertido en cómplices y esclavos a la vez, sabemos lo que hacen y nos hacen, por eso somos cómplices y esclavos. La buena noticia es que el daño no es irreparable, basta con un simple no a lo rancio y podrido para que el paladar se nos vaya limpiando. Basta con un simple no para que las ideas dominantes dejen de serlo, y empecemos a construir ideas de beneficio común, donde el estímulo sea el progreso, el bienestar, además del desarrollo.
Esto aplica para la clase política completa, pero especialmente en el ámbito departamental, diputadas y diputados que durante tres y hasta cuatro periodos legislativos (16 años) no han hecho nada por su distrito y a leguas se huele su podredumbre, no cambiarán de la noche a la mañana ni harán en el próximo periodo lo que no han hecho hasta ahora. ¿Cuál es la fecha de caducidad de una política o un político? ¿Cuándo estaremos dramáticamente enfermos de consumirlos? ¿Cuándo explote el país porque los podridos lo hayan gangrenado mortalmente? ¿Cuándo?
Guatemala viene de crisis en crisis de Otto Pérez Molina a la fecha, si nos fijamos detenidamente, principalmente en nuestros departamentos, quienes gobiernan, han sido prácticamente los mismos que han estado vinculados a la corrupción y la ineptitud en la administración del gobierno central y distrital.
El espectáculo que ofrecen quienes se creen dueñas y dueños del poder, de una curul, es patético. Esto no es una monarquía, los puestos no se heredan, así que los hijos de quienes han gobernado y nos tienen como estamos, simplemente no tienen solvencia ni credibilidad, otra cosa es que tengan recursos que otrora han depredado del Estado. Da risa cuando se plantan frente a los reflectores ofreciendo con soberbia, soluciones a problemas que sus padres o ellos mismos han creado, eso es como crear la enfermedad y luego vender la cura, sinvergüenzas.
En resumen, si seguimos consumiendo políticas y políticos caducos, nosotros y nuestras familias seguiremos enfermando día a día, el país seguirá enfermando, la solución es tirar lejos lo podrido, a los políticos “shuqueados” y no llevar al poder nuevamente a los mismos.