Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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DANILO SANTOS

Cinco mil ochocientos casos de Covid en un día y con las proyecciones subiendo. ¿Hasta dónde llegará el alcance de la pandemia en Guatemala y, hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno en el abandono de la población privilegiando los intereses económicos y políticos de una camarilla? Dejar a la población a su suerte o culparla de la propagación de la enfermedad, es irresponsablemente criminal. Estamos frente a un problema de salud pública global, donde es el Estado el que debe actuar con todos sus recursos y energía para gestionar la crisis sanitaria. ¿Qué esperan para actuar? Que la gente se muera en la calle, que los hospitales colapsen más allá de lo que ya colapsaron, que el empresariado “se compadezca” y permita que el gobierno tome medidas en serio (y no un ridículo Toque de Queda entre diez de la noche y cuatro de la mañana). ¿Qué?

Quisiéramos pensar que el mal manejo de la pandemia es producto de la ineptitud y que nada tiene que ver con el desapego de la clase política y las élites, respecto a la vida y la salud de la población, pero las evidencias saltan a la vista, les importamos poco o nada. Cuando había 25 casos diarios, el Presidente salía en cadena nacional anunciando medidas fuertes, hoy hay casi 6 mil casos diarios y se mantiene callado, y si habla, es para culpar a la población. Esto es un sinsentido que contradice los discursos incendiarios donde la patria y la ciudadanía era lo más importante para el Dr. Giammattei, no es cierto, no es así. La voracidad del empresariado de cara a no cerrar y seguir “produciendo y vendiendo”, también es un sinsentido, les importan sus empresas y ganancias, pareciera que la población es prescindible.

Con su delirio por la cooptación, con sus luchas intestinas por el poder, con la imposición de sus fanáticas ideas, con su fabricación de enemigos imaginarios y discursos de trasnochados de guerra fría, han hecho que el Estado sea una calamidad y que la población, una vez más, tenga que sobrevivir o resignarse a un destino ominoso.

Vamos para dos años de pandemia, han tenido tiempo para reaccionar, han tenido recursos propios, han tenido apoyo internacional, que seamos en Latinoamérica el peor país en esquema de vacunación, no es responsabilidad de la población, es del mal gobierno. La pandemia no da ni dará treguas, no hay tiempo para celebraciones de bicentenario ni para nada más que no sea la salud de la población. Para que la economía remonte, primero hay que controlar la pandemia.

Ante todo lo anterior, este gobierno tiene que irse, este sistema debe cambiar. Acostumbrarnos al costo, arriesgarnos, no es la solución, no es sensato, no es correcto. Esperar que ya pasen los dos años que faltan para volver a votar y ver si la cosa cambia, tampoco es solución. Démonos cuenta que estamos organizados para que las brechas sean enormes y que nada cambie, para que una Guatemala urbana, ladina y los resabios criollos, gobierne e imponga su voluntad a una Guatemala profunda, diversa y excluida. Este gobierno se tiene que ir, este sistema tiene que cambiar.

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