Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

La destitución del fiscal Juan Francisco Sandoval de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad es el súmmum de la impunidad. Qué más quieren para darse cuenta que el Estado guatemalteco es un Estado fallido.

Luego de la expulsión de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, esta destitución corona la defensa del statu quo, es la bofetada final a la defensa de los derechos humanos en el país.

Queda más que claro que lo legal puede ser inmoral y que la doctrina está hecha e interpretada por lacayos obturados que frenan y frenan, y no se cansan de frenar del progreso real de una sociedad a la cual tratan como si fueran de una categoría inferior a la suya y la de sus patrones.

El bicentenario será recordado no por el aplauso a la libertad y a la patria, sino porque ha sido la época donde más se ha retrocedido a aquellos años donde se firmaba el “acta de independencia”, es decir, la celebración del poder gobernar su finca con completa impunidad.

Guatemala se desgrana gobierno tras gobierno, con cada alto funcionario que rebasa la expectativa de desapego con la gente, con la justicia, con el compromiso de lucha contra la corrupción y la impunidad.

La urbe y su burguesía no ha estado a la altura desde hace mucho tiempo, los pueblos, son los que están dando la cara y no temen perder privilegios porque estos doscientos años han sido de luchar permanentemente, serán ellos los únicos que puedan parar los desmanes de la élite política y las élites económicas y empresariales que no se cansan de machacar la paciencia de la gente.

Una institución y un gobierno que hacen bien las cosas básicas, pueden darse el lujo de dar golpes de autoridad sobre la mesa, pero este Ministerio Público y este Ejecutivo, están coludidos en hacer mal las cosas. No entiendo el desatino político, de dónde sacan su apalancamiento político, qué les hace creer que se les tolerará todo. Son impresentables para propios y extraños. Cada vez más impopulares, cada vez más retrógrados.

No se trata aquí de endiosar a Juan Francisco Sandoval, sino de criticar la desfachatez de quienes mal gobiernan el país y comprometen su futuro social, político y económico. Ha llegado del momento de frenar los aires dictatoriales y antidemocráticos del sistema. Hay que parar, hay que repensar, hay que reconstruir la institucionalidad y las reglas del juego. No se trata de personas mal elegidas, del placebo multipartidista, de elecciones clientelares, de heroico caciquismo salvador. Se trata de asumir la conducción de lo político desde el interés común, la representación real, la justicia y la honradez.

La corrupción no terminará toda vez haya impunidad. La ausencia del Estado no terminará sin el involucramiento activo de la población. Estamos en el momento exacto de asumir la responsabilidad de reorganizarnos y poner norte común: es eso o acostumbrémonos a la vergüenza colectiva y la falta de respuestas sensatas a las nuevas generaciones de por qué estamos como estamos.

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