Claudia Virginia Samayoa

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Claudia Virginia Samayoa
Cartas de una Lechuza
@tucurclaux

Oyendo a Miguel Ángel Gálvez, en su mensaje sobre su renuncia al puesto de juez, en mi cabeza se repetía la letra de una canción compuesta por el cantautor argentino Fito Páez. Su discurso me decía una y otra vez que tenía frente a mí un hombre que nos ofreció su corazón y sigue ofreciéndolo.

¿Quién dijo que todo está perdido?

Nadie. Mientras podamos reconocer a las personas que han ofrecido su corazón por una justicia independiente. A mi mente viene el Dr. César Barrientos que nos ofreció su vida. También pienso en Rodil Peralta con su reforma del Código Procesal Penal y en Yolanda Pérez, la primera mujer presidenta del Colegio de Abogados y ex Magistrada. Pienso en el rol de José Amílcar Velásquez Sarate cuyo trabajo como fiscal general de carrera inició las reformas que permitieron el avance de un Ministerio Público independiente.

Yo vengo a ofrecer mi corazón,
tanta sangre que se llevó el río,
yo vengo a ofrecer mi corazón.

Y claro están quienes en el camino del fortalecimiento del sistema empezaron a pagar con el exilio su trabajo: Claudia Paz y Paz, Claudia Escobar y Thelma Aldana. Y hubo jueces que pagaron con su vida el avance del sistema como fue Álvaro Hugo Martínez Pérez y no hay que olvidar la granada contra Jazmín Barrios. Pero allí está, son ejemplos de distintas expresiones de ese corazón que late dentro del sistema y que desde el sistema pusieron sus vidas.

No será tan fácil, ya sé qué pasa,
no será tan simple como pensaba,
como abrir el pecho y sacar el alma,
una cuchillada del amor.

Y no, no será fácil. No lo ha sido para Gloria, Mynor, Ana Cristina, Erika, Alfredo, Pablo, Juan Francisco, Andrei, Carlos, Rudy, Carlos, Lorenzo, Axel, Orlando, Brenda, Aníbal, Luis, Juan Carlos y Carlos. Tampoco lo es para Flor, Evelyn, Astrid, Oswaldo, Jordán y Miriam.

Sabemos que pasa, día con día, a Virginia, Samari, Leily, Amy, Siomara, Paola, Aliss y Willy no solo con la prisión y acusaciones sino con el sinfín de agresiones en redes. La tienen complicada María Eugenia, Delia, Carlos, Dinora, Haroldo y Sergio. El pecho lo abren para entregar su corazón Elena, Carlos, Hilda, Ingrid, Fernando, Mónica, Sara, Juan Orlando, Luis, Claudia, Rocío, Pablo, y Luis Omar quienes miran cómo capturan uno a uno a los fiscales que cumplían con su deber y buscaron/buscan cómo hacer su trabajo hasta el último día.

Y la cuchillada que reciben quienes con su pluma o su voz buscaron compartir esa entrega de tantas personas Helen, Juan Luis, María Alejandra, Carmen Rosa, Lucía, Carlos, Álvaro, José Rubén y Jordán. No me olvido de cómo han sacado su alma por cumplir con su deber Claudia y Ana Carla. Se que hay cientos de funcionarios que se encuentran ofreciendo su corazón en el marco del sistema corrupto. Estoy convencida que miles de guatemaltecos nos ofrecen su corazón de forma diaria por una Guatemala distinta.

Y hablo de países y de esperanzas
Hablo por la vida, hablo por la nada
Hablo de cambiar esta, nuestra casa
De cambiarla, por cambiar nomás

“Las sociedades no se suicidan” decía el jurista argentino Arturo Frondizi. No lo hacen porque tenemos hombres como Miguel Ángel que habiendo pagado un alto precio no solo nos invita a actuar sino que nos plantea que sigue ofreciendo su corazón por la esperanza, la vida y el cambio.

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