Claudia Virginia Samayoa

post author

Claudia Virginia Samayoa
Cartas de una Lechuza
@tucurclaux

Hoy está culminando la semana de las Naciones Unidas o la semana en que los jefes de Estado se pronuncian ante la Asamblea General para poner las inquietudes y propuestas para la discusión que seguirá ya solo con los delegados de país.

La guerra en Ucrania fue el tema de todos y, en particular, los impactos que tiene en todas las sociedades del mundo. Sin embargo, hay un tema más de fondo que aparece como preocupación o como evidenciado en los ejemplos de los discursos de los dictadores del siglo XXI: el avance de los regímenes autoritarios y la necesidad de resistir las dinámicas de destrucción de la democracia.

Gabriel Boric, el Presidente de Chile y el más joven del mundo dijo muchas cosas en su discurso, pero resaltó la siguiente frase:

“… estoy seguro de que uno de los principales desafíos de la humanidad hoy día es el de construir democracias que de verdad le hablen y escuchen a la gente y que acepten los resultados cuando no son los esperados. Quienes asistimos a esta asamblea tenemos el deber de mejorar nuestras democracias.”

Esta apuesta por mejorar nuestras democracias está en construir unas que le hablen y escuchen a la gente y que acepten los resultados de ese diálogo aunque no sea lo que quería. Boric lo dice luego de haber aceptado el NO al texto de la reforma constitucional chilena. Por menos derrotas electorales, hemos visto manipulaciones y violencia.

Resuenan en mi mente aquellas palabras dichas por los 8 ‘medio-arrepentidos’ del financiamiento electoral ilícito de Jimmy Morales en donde nos indicaban que su dinero se dio para evitar que el pueblo se equivocara y salvar al país de la Sra. Torres. Sabemos además que otro grupo también financió al Dr. Giammattei y manipuló las elecciones para evitar que dos mujeres llegaran al poder.

Lo recuerdo porque en donde las elecciones se realizan a través de la compra de voluntades ya sea a través de regalías, campañas publicitarias millonarias y/o manipulación del voto a través de las redes sociales, realmente no se está hablando entre pares. Y si, además, no se acepta la decisión de participar o de elegir candidatos que no son de agrado de quienes tienen el dinero, sea este crimen organizado o elite económica, pues no existe respeto a la voluntad.

Pero Boric no hablaba solo de las elecciones, sino efectivamente del ejercicio del poder que distribuido entre los tres poderes del Estado y los órganos de control democrático que sea capaz de tomar decisiones en diálogo con la sociedad. Boric puso a Chile de ejemplo por su capacidad de derivar una crisis social en un proceso de fortalecimiento de la democracia.

De nuevo, veo la imagen de los dueños de la mina Cerro Blanco, las organizaciones gremiales y el Ministro de Energía y Minas negando el derecho humano a la participación, el derecho constitucional de las municipalidades de garantizar el bien común en su territorio a través de la participación de los vecinos, la jurisprudencia constitucional sobre la consulta libre, previa e informada y, por sobre todo, el derecho al agua que tienen guatemaltecos y salvadoreños.

Mientras Boric enfrentaba abiertamente el autoritarismo que crece en los países de la región, Giammattei retorcía la realidad guatemalteca para justificar que no es él, el del problema sino ellos –los trabajamos por una democracia plena–.

Artículo anteriorHacia la Segunda Independencia de Latinoamérica
Artículo siguienteEn trapos de cucaracha. La población frente al Gobierno de Giammattei