Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

EL 6 de octubre de 1976 un avión de Cubana de Aviación, que provenía de Venezuela vía Barbados, estalló en el aire. Murieron las 73 personas que venían a bordo, entre ellas los 24 integrantes del equipo cubano de esgrima. El crimen del avión cubano se encuentra entre las más grandes atrocidades cometidas por la CIA y la ultraderecha cubana. El atentado es tan recordado como la voladura del barco La Coubre (1960) y el incendio de la tienda departamental “El Encanto” (1961), aunque éste último solamente cobró una víctima. La voladura de La Coubre dejó más de 200 víctimas entre muertos y heridos.

Los tres atentados están asociados a coyunturas importantes de la revolución cubana. La voladura de La Coubre (el Che Guevara acudió al funeral de las víctimas y allí fue emblemáticamente retratado) era parte de los preparativos para una invasión a Cuba. El incendio de la tienda departamental formó parte de las operaciones de la invasión de Playa Girón realizada tres días después del atentado. Washington estaba decidido a destruir la revolución cubana como lo revela el que según datos de especialistas cubanos, entre octubre de 1960 y abril de 1961, la Agencia Central de Inteligencia introdujo 75 toneladas de explosivos y 45 de armas, realizó 110 atentados dinamiteros, hizo estallar 200 bombas, descarriló seis trenes e incendió 150 fábricas e igual número de cañaverales.
La infame voladura del avión de Cubana de Aviación, tuvo como contexto la participación de tropas cubanas en la guerra de Angola, la cual según el historiador ítalo-estadounidense Piero Gleijeses, cambió la historia del África subsahariana al derrotar al apartheid sudafricano. No fue casualidad entonces que en el verano de 1976, semanas antes de la tragedia del vuelo 455 de Cubana, la isla fuera sometida a una oleada de atentados terroristas a sus representaciones diplomáticas en el mundo, además de aviones y embarcaciones.

Los autores del execrable crimen fueron dos anticomunistas cubanos largamente vinculados a la CIA: Orlando Bosch y Luis Oswaldo Posada Carriles. Ambos fueron asociados al asesinato en Washington del ex-canciller chileno Orlando Letelier, a centenares de actos terroristas contra Cuba y Posada Carriles a la tentativa fallida del asesinato de Fidel Castro en Panamá en el 2000. La catadura de ambos fue la de asesinos despiadados. Bosch afirmaría que todas las víctimas del avión cubano merecían morir por ser funcionarios de gobiernos comunistas y calificó a los deportistas cubanos como “unos negritos”. Ambos fueron protegidos por la Casa Blanca y los ultraderechistas republicanos y cubanos, y murieron en la impunidad en Miami en 2011 y 2018, respectivamente.

Han transcurrido 45 años de este desalmado acto que hoy recordamos porque habiendo fallado la Justicia quedan la Memoria y la Verdad. También recordaremos siempre el memorable discurso de Fidel Castro en los funerales de las víctimas en la Plaza de la Revolución: “Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!”.

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