Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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La semana pasada, el Ministerio de Economía dio a conocer lo que denominó su “Plan de acción para la economía de Guatemala”. Una de las rutas de acción que anunció fue “Restructurar el Viceministerio de las Mipymes como Viceministerio de Economía Social”. La titular de ese Viceministerio es la Licda. Elizabeth Ugalde, en quien seguramente recaerá la responsabilidad de implementar este importante cambio.

Esta decisión, en gran media, es producto de uno de los compromisos que asumió el gobierno con el movimiento campesino cuando firmaron el Acuerdo Agrario, ya que la economía campesina es, en esencia, parte de la economía social. Pero, además, entendiendo que la economía campesina es poliactiva, es decir que no se restringe únicamente a la producción agropecuaria, que es competencia del MAGA. Por eso, al MINECO le correspondería fomentar la economía campesina en aquellas áreas que no sean competencia del Ministerio de Agricultura, es decir la producción no agropecuaria; y, en conjunto -MAGA/MINECO-, las que agregan valor a la producción agrícola.

La decisión del MINECO de impulsar la ESS, orientada por el Presidente Arévalo, significa que dicho Ministerio, donde radica la rectoría de la política económica a nivel nacional, dejará de responder únicamente a los intereses de los sectores empresariales tradicionales.

Para entender la trascendencia de esta decisión hay que tener claro qué es la Economía Social y Solidaria, ESS. Aunque originalmente fue la inspiración ideológica del movimiento cooperativista a nivel mundial, es actualmente una alternativa al modelo neoliberal que por más de 40 años hegemonizó la economía globalizada y produjo los resultados catastróficos que ya casi todos reconocen. Es importante subrayar, para no despertar anticuerpos ideológicos, que la ESS en su versión actual se plantea dentro del marco sistémico del capitalismo.

En ella participan los actores que no son el Estado (empresas públicas), ni los empresarios tradicionales. Pero es sustancial entender y asumir que la Economía Social no se agota en esta visión de actores. A diferencia de la economía hegemónica donde el motor y propósito central de la actividad productiva es lograr la reproducción ampliada del capital (la mayor ganancia posible), para la ESS el centro de la actividad económica es la persona humana (no la empresa). Es una economía que pretende superar dos perversiones que siguen caracterizando la economía a nivel mundial: la profundización continua de la desigualdad y la ausencia de sostenibilidad ambiental. Por eso las Mipymes no son necesariamente parte de la economía social, en la medida en que su actividad productiva no asuma los principios de la Economía Social.

La Economía Social tiene un apoyo internacional plural, en términos políticos. La propia OECD produjo un documento donde la promueve, denominado Recommendation of the Council on Social and Solidarity Economy and Social Innovation, el cual fue aprobado por el Consejo de la OECD a nivel Ministerial el 10 de junio de 2022.  ¡Y nadie se atrevería a dudar de la esencia capitalista de esta organización!

Pero también la ONU la apoya y promueve y, para el efecto, ha creado el Grupo de Trabajo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la Economía Social y Solidaria (UNTFSSE).

La OIT en su110 Conferencia Internacional del Trabajo, en la reunión realizada el 9 de junio de 2022, en el Acta 7B de la Comisión sobre el trabajo decente y la economía social y solidaria, expresa lo siguiente: “La ESS engloba a empresas, organizaciones y otras entidades que realizan actividades económicas, sociales y medioambientales de interés colectivo o general, que se basan en los principios de la cooperación voluntaria y la ayuda mutua, la gobernanza democrática o participativa, la autonomía y la independencia, y la primacía de las personas y el fin social sobre el capital en la distribución y el uso de los excedentes o los beneficios, así como de los activos. Las entidades de la ESS aspiran a la viabilidad y la sostenibilidad a largo plazo y a la transición de la economía informal a la economía formal, y operan en todos los sectores de la economía”.

A las entidades anteriormente citadas se agrega el Foro Global de la Economía Social (GSEF, por sus siglas en ingles), que se creó para promoverla mundialmente. En el 2021, declaró que “El mundo necesita adoptar alternativas radicales al enfoque habitual adoptado después de la crisis financiera de 2008-2009. Esto ya no es una opción. La ESS debe considerarse como un modelo de desarrollo post-COVID-19 viable, centrado en las personas, democrático y sostenible para reconstruir mejor.”.

Así que el MINECO merece una felicitación por la decisión de impulsar la Economía Social y el Presidente Arévalo un reconocimiento por esta orientación política que promete, si efectivamente se cumple, ser parte de su legado.

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