Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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“La vida empieza cada cinco minutos”

Andreu Buenafuente

Y en verdad así es… la vida empieza cada cinco minutos, pero en estos tiempos de los grandes avances tecnológicos ni cuenta nos damos. Simplemente vemos a la vida para aprender a vivir.

Y en esa parte del aprendizaje podemos avanzar o quedarnos en el intento. Ahí principia realmente el proceso de millones de personas que llegaron a la vida sin saber nada de la misma.

Y en estas fechas es cuando debemos de tener en cuenta que la vida nos la prestaron.  No es nuestra y por lo tanto tenemos que cuidarla y no dejarla tirada en una esquina, en un callejón o en una carretera. En una barra, o en una cantina.

Y es que el gran dilema es que nos han encomendado a otras personas, como esposos, padres de familia, tutores y demás. En ese momento tenemos que recordar nuestra responsabilidad.

Pero… resulta que no atendemos estas premisas de vida y nos convertimos en irresponsables, con una “copa más” y es que ya “mañana tengo que ir a trabajar…” y mañana volvemos a recordarnos que “solo una copa más…”.

Y el encuentro con la vida se pierde y con ello, la vida, pero en esos momentos no tenemos certeza de lo que hacemos. Una viuda y los huérfanos que no pidieron venir al mundo.

La temporada es ideal para los irresponsables, pero igualmente para los responsables. Un acto de irresponsabilidad suyo puede dejar viuda y huérfanos, empeñando el futuro.

Esta es la temporada de manifestar a nuestra familia qué grado de responsabilidad tenemos y cuál es el grado de amor que manifestamos hacia ellos.

Muchas veces he insistido en esta columna que es muy fácil viajar al hospital, a la cárcel o en el último viaje al cementerio. Su grado de irresponsabilidad o de responsabilidad depende de usted. Pero siempre piense en su familia.

Como familia confiamos en usted. Confiamos para que esté con nosotros y podamos compartir la Semana Santa apegados a buenos principios y luego volver a las rutinas.

Son tiempos de recogimiento hogareño, de estar uno a uno con los hijos, esposa y resto de nuestras familias. Y cuando pasen los años usted podrá valorar esta actitud.

Qué agradable será que al culminar las actividades de Semana Santa junto a la esposa e hijos y resto de la familia como dicen los bomberos “sin novedad”. Su familia se lo merece.

Que no lo recuerden por el hospital, por la cárcel o lo peor el cementerio, a donde cada Semana Santa le lleven flores a su tumba.

Descanse, medite, comparta.  Siga viviendo. Su familia estará feliz. Que esta época sea un encuentro con la familia y con la vida.

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