Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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«No es el stress lo que nos mata, es nuestra reacción al mismo». Hans Selye

Estamos  más de un año de  declarada la pandemia por el Covid 19. Lo que produjo la pérdida de miles de empleos por  el encierro al que estuvimos sometidos y las restricciones para la venta y compra de muchos productos o por el cierre de empresas y despido de personal.

O incluso por el temor del contagio de una persona que debía ingresar todos los días a una  vivienda,  procedente de su  casa, para ayudar con  las tareas; como las asistentes de limpieza y jardineros.

Las inscripciones  para recibir la vacuna han iniciado y como  la necesidad de  producir ganancias y ganar un salario para sostener  la familia  está más presente, pues la pérdida de empleos, y la reducción de salarios  llevó al desgaste de los ahorros y la creación de deudas familiares que hay que pagar,  nuevamente, dejando un poco el temor de lado hemos salido a la calle a buscar empleo.

Los diarios han empezado a publicar secciones de empleos y las personas necesitadas acuden a los lugares  en busca de un trabajo,  un salario y la posibilidad de poner comida en su mesa, pagar la renta  y demás gastos, además de las deudas.

Algunas empresas, tanto del ámbito público como del privado, no son del todo realistas en la  asignación laboral  o  a propósito para evitar otro pago de salario  están   sobrecargando el trabajo  en  sus trabajadores.  Lo que al final  resultará  contraproducente y unido a la falta de un reconocimiento  explícito del trabajo  se produce una forma muy efectiva de quemar a alguien con un buen potencial de trabajo y de compromiso dentro de la institución.

En ocasiones, los responsables  no tienen información, o menosprecian  el trabajo ajeno por considerarlo menos importante o calificado.  Otro error  es no enfrentar   los conflictos y estos  pueden acabar convirtiéndose en “un paradigma de comportamiento o en una creencia compartida de que algunas cosas no se pueden tocar ni cambiar y, a partir de esa idea, generar sentimientos de indefensión que vayan mermando las capacidades de alguien.”

Si un  empleado  no se siente cómodo emocionalmente  en el trabajo, esto podría influir en su dedicación, su compromiso y su desempeño hasta límites perjudiciales para la empresa.

Y si a esto unimos el stress que la  pandemia   está provocando en cada una de las personas, en unas más que en otras, debería   prestarse atención a los trastornos de ansiedad, crisis de pánico, depresión o trastornos adaptativos que derivan de las situaciones laborales y de las relaciones que se dan en los centros de trabajo.

Dentro del ámbito laboral hay lucha de poder, hay alianzas ocultas, incluso hay favoritismos, protección y lealtades encubiertas que pueden ocasionar comportamientos abusivos sutiles.

Entonces cuide su salud mental,  evite que el trabajo le produzca stress, cuide su salud física,   ejercítese, coma tranquilo sus tiempos de comida, duerma  ocho horas, socialice con sus compañeros, cuide sus afectos y  trate de trabajar con alegría.

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