La vida de una persona, lo que es y fue, usualmente se transmite y propaga a su descendencia, no solo en lo físico, sino también en lo espiritual y mental, y en una determinada dirección. Durante la niñez y al inicio de la adolescencia, esta transmisión es abundante y proviene especialmente de la familia, a través de la transmisión de padres a hijos. Luego, en la juventud y en la vida adulta, esta transmisión se reduce con el paso de los años y proviene del entorno social en el que el individuo se desarrolla.

En este último período de recepción, la influencia se ve acompañada de una animación que determina un modo de vivir, configurando aspiraciones que muchas veces chocan con la realidad. Estas aspiraciones nacen inexplicablemente del interior de cada uno, como producto de apreciaciones, limitaciones y deseos, que han sido moldeados por las conductas del entorno en el que se desenvuelven las personas, así como por el conocimiento y el pensamiento que tienen sobre ello. Esta configuración se fija a través de la responsabilidad, la cual depende del grado y tipo de compromiso y educación que tenga la persona.

Ambos espacios de transmisión: el familiar como el social, en nuestro medio fallan en una proporción alta de individuos y eso es debido a una exposición prematura, constante y cambiante de precariedades en que se realiza esa transmisión. Las diversas condiciones limitantes en los primeros años de vida a las que alguien puede estar expuesto generan percepciones confusas, tanto propias como ajenas, que desvían la atención del niño y del joven hacia angustias que culminan en el olvido y en una participación escasa en las necesidades sociales que les favorezcan. La pérdida de una visión de un futuro mejor es su punto vulnerable, lo que les impide albergar esperanzas y volcar su voluntad y acción para salir de la desdicha y los infortunios, dejando que estos adquieran un carácter inalterable. En medio de tal situación, ese joven, al pasar a la vida adulta, llena su existencia de desprecio, aunque viva a costa de la sociedad que desprecia y que observa con indiferencia, sin permitirse mover un dedo para su cambio.

Lo expuesto ha conducido, en buena parte, a producir generaciones de adultos con un severo egoísmo en busca de independencia individual, caracterizada por recelos y desinterés por lo que sucede en su entorno social, tanto inmediato como lejano.

Sobre lo dicho, sobre los estragos que ello produce, es sobre los cuales deberíamos reflexionar políticos y sociedad, ya que eso lo que ha generado es un medio nacional con mucha compasión y poca solidaridad. Es triste que, a pesar de que tanto en la novela como en el ensayo guatemalteco, y en algunos medios de comunicación, se ha aclarado que en tales circunstancias las pasiones adquieren una fuerza desmedida, cargada de resentimientos y aflicciones, y que se ha resaltado la lucha y el contraste entre la imaginación y la realidad, a lo único que han conducido esas enseñanzas y señalamientos a muchos, es a un actuar violento, tanto físico como mental y emocional. Esto ha forjado un modo de vida lleno de laberintos de desdicha, por los que desfilan hombres y mujeres de todas las edades y condiciones. Al final, lo que hemos creado es un río que fertiliza en todos nuestros estratos sociales, una gama de fuentes de corrupción humana que se prolonga por siglos.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author
Artículo anteriorProtección a periodistas y libertad de expresión
Artículo siguienteDespierta USAC con lucha de la Resistencia Universitaria