A mi manera de ver, tenemos un problema que requiere extensa atención política y social. El de los fundamentos que mantienen separado el hacer político y de políticos de los deseos y necesidades sociales. ¿Qué de ello es estructural? ¿qué de ello funcional? ¿Por qué existe ese divorcio que cada vez se acentúa más? Sería interesante que sociólogos, antropólogos y psicólogos respondieran a esas preguntas. A mí no me cabe la menor duda, que el origen de la mayoría de males nacionales, descansa en el mal manejo que se ha hecho por la clase gobernante de dos temas: justicia y equidad y esa forma anómala y voluntariosa de manejarlas levantan una polvareda no solo en el Estado sino y dentro de la sociedad, conduciendo a todo tipo de descomposición y corrupción en ambos campos. Es evidente que en el campo de batalla contra injusticias e inequidades, más que disparos mortíferos sobre los causales y determinantes de éstas, gobierno y sociedad solo ha lanzado pólvora, sin entrarle a una actividad fecunda de trabajo, a fin de separar causantes de injusticias e inequidades y reformular las estructuras que permiten eso.
Es evidente que en estos seis meses, el nuevo gobierno se ha dedicado a polemizar con los malos, a sabiendas de que ni injusticias ni inequidades se resuelven hablando y que esa falta de resolución, afecta muchos aspectos de la vida económica y social de muchos y permite que el pequeño núcleo de seres causantes de esas perversiones, continúen con la dinámica fructífera de todo tipo de invenciones ilícitas, bajo el amparo de una ley amordazaste y de un impartir de justicia injusto. En resumidas cuentas, no se ven progresos ni siquiera de una pulgada.
Se esgrime de parte del gobierno que todo se debe hacer dentro de la de lo que manda la ley y usando los medios jurídicos correctos que la hacen valer. Pero si ambos están retorcidos: los marcos jurídicos como los operadores de justicia, es evidente que esta idea no va a producir ningún cambio y nuestra historia nos muestra que más bien la situación ha aumentado en magnitud y dispersión pues está claro que nuestro marco jurídico y democrático es totalmente permeable a incumplimientos, privilegios y tolerancias, ya que existe una descomposición de la organización y funcionamiento en el Estado favorecido por el caos y la tolerancia a incumplimiento y aplicación de la justicia.
Un ejemplo de cómo actuar puede sacarse de las enfermedades. Ante mecanismos fisiológicos que empiezan a ser manejados con arbitrariedad por algunas células o tejidos, el médico no pregunta a las leyes naturales que dejen de actuar mal sino que con intervención externa (medicamentosa, quirúrgica) plenamente justiciable no por las leyes naturales que llevarían a la muerte o incapacidad del paciente, primero erradica el mal y luego regula funcionamiento, violando las leyes establecidas e incluso a veces pasando sobre ellas; pero sin perder el objetivo: sanar o controlar el daño, evitar la muerte prematura.
Si la soberanía política y la social en estos momentos carecen de poder y esto es la causa de que le caigan tantos males y producto de injusticias e inequidades que caen sobre mayorías, solo queda, sí se quiere llegar al objetivo de lograr justicia equidad, gobernar con el pueblo el cambio solo puede provenir de un actuar de ese binomio. Si realmente se quiere dar un crudo golpe a la corrupción creo que bien vale decir que no es con el diálogo que el que permitirá exterminar el cáncer pues son sistemas acostumbrados a engaños y actuaciones solo disfrazadas de correctas. El gobierno debe y está en su derecho de movilizar al pueblo y juntos proceder, antes que la situación se cubra con el manto de la resignación, como ha venido sucediendo cada cuatro años. No se comete atentado contra lo que no existe: la democracia no existe aún como debiera en nuestro medio.