Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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En nuestro diario vivir, oímos en los medios hablar de discapacidad individual biológica y mental y solo con raras excepciones, de discapacidad social.

Los cimientos de la sociedad guatemalteca, se vienen derritiendo por efecto de acumulación de contradicciones culturales e ideológicas. Estas últimas, más fundamentadas en pasiones y prejuicios, que en verdaderas reflexiones. Por consiguiente, los choques entre personas y grupos, son pan diario que parten de lo individual, se incrustan en lo social y arrasan con muchos principios de una sana convivencia. Por consiguiente, la pregunta es ¿Cómo detener ese tren de disparates emocionales? ¿cómo detener ese juego de refutaciones y exposiciones dispares y carentes de sentido y poder reencausar el actuar individual y social a un bien común?; discusión que no se ha planteado en ningún foro político.

Como externara Norbert Wiener en 1948 “…Es ciertamente cierto, que el sistema social es una organización como el individuo, que está unida por un sistema de comunicación, y que tiene una dinámica, en la que procesos circulares de carácter retroalimentario juegan un papel importante”. Esos procesos, en muchos casos vienen dictados por la ambición por el poder y la riqueza sin límites. Bajo esas circunstancias, la clave de todo nuestro vivir, nuestro futuro, se fundamenta en “Elegir”: un yo absoluto y un yo colectivo de gana gana. 

Desde que estamos en el vientre materno: las células, los órganos y el organismo en su totalidad, están sujetos a un franco elegir biológico. Al nacer, ese elegir se empieza a trabajar bajo el comando de lo mental también y entre ambos, nos van formando, orientados en buena parte por lo que sucede en el hogar, la escuela, el barrio y finalmente el trabajo. 

Está pues claro, que nuestro elegir descansa sobre dos elementos: sobre lo innato, propio de un ambiente natural y cultural que nos rodea y sobre el desarrollo de nuestras potencialidades humanas, lo construido por el individuo (mental y biológico). Esa conjugación innato-potencial, al sumergirse dentro de un universo impregnado de costumbres tradiciones y mandatos, nos provoca un comportamiento social que viene a ser una mezcla de costumbres y tradiciones, deseos y frustraciones; situación que se vive constantemente, independiente de que estemos en el feto materno o cualquier otro sitio y aunque parezca inverosímil, esa construcción social en que nos sumergimos, su dominio, carece de control no así de responsabilidad, cosa contraria a lo que sucede con lo que “construimos”, en que se amalgama control y responsabilidad.

Entonces el problema político y social de una nación, es lograr proporcionar al individuo y los grupos, un medio de justicia y equidad que permita la mejor realización de ambos dominios: lo dado en que nos movemos y lo construido que hacemos. Conforme crecemos, ese marco de interpretación e interacción de los dominios (lo dado, lo construido), cae claramente dentro de lo que son procesos ideológicos y sus fenómenos y resultados que, en el caso de Guatemala, son comandados con distintas caras y comportamientos pasionales y emotivos e intereses individuales que chocan, ya sea que hablemos de grupos nativos o de grupos socio económicos y que conlleva a distintas interpretaciones de lo que es el individuo y “el otro”; la consciencia;, los principios y valores diferenciales y por consiguiente, se carece de la maquinaria política y social que permita la fabricación de un ideal nacional. En pocas palabras, podemos decir que ni lo individual ni lo social nace natural; se fabrica el cuerpo y la consciencia de lo individual y de lo social.

No extraña entonces que cuando impera injusticia e inequidad, las comprensiones sobre lo que se vive difieren y las contradicciones también. Solo a manera de ejemplo- relatos como el Popol Vuh y la Biblia; los escritos de Marx y Von Mises, pueden resultar absurdos para unos y no para otros y todo ello en un basamento emocional, producto más de un estilo de vida, que de una reflexión con resultados concretos y útiles terminando al final quemando neuronas en descalificar. 

Los problemas nacionales para su solución, requieren de reflexión y el equilibrio de un yo con “los otros”, no en buscarles tres pies. Conceptualizaciones, interpretaciones, priorizaciones en la salud, en educación en agricultura, en ambiente, ¡qué sé yo!, en todos los campos del hacer y actividad humana, tropiezan al tratar de solucionarse con una problemática cultural e ideológica, con formas y motivos de interpretación fundamentados en el enfrentamiento entre el estilo de vida que se tiene con el que se desea, y en tal caso, las diferencias deben limarse. No he visto programa ni político ni institucional para fijar pautas para lograrlo. Me pregunto: ¿lo hará el presente gobierno?

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