Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author

Alfonso Mata

De joven, oyendo hablar de la situación política a los mayores, esta era una pregunta que me hacía. Hace más de cinco décadas, llegué a la convicción de que la humanidad, nuestra Nación, enfrentada a desafíos grandes en su mayoría solucionables, no está a la altura de las circunstancias para hacerlo debido a la complejidad y diversidad de intereses que la mueven y empecé a creer que el cambio necesario no ocurriría, al menos no a tiempo.

Lo anterior no significa que el mundo llegará a su fin. Pero sí que el futuro global de nuestro país, será menos halagüeño de lo que podría ser y que poco han contribuido todas sus revoluciones y guerra interna a mejorar; sin embargo, al menos veo una escapatoria para muchos de sus males y dolores, y con ello hablo de la migración. En cierto modo a la vez eso agudiza mi pérdida de credibilidad política y social. Este cambio mental no detiene mi preocupación, simplemente cambia mi enfoque. Ahora me preocupa también lo que sucede fuera de las fronteras, lo mal que se ve la situación mundial y lo atrasado que estamos aún los humanos, para poder cambiar a tiempo nuestras formas de conducirnos y comportarnos.

Pero volviendo a nuestro país, cada época de elecciones no me eleva el estado de ánimo, pues el abanico de ofertas que tengo enfrente, es más que evidente que ninguna de ellas está interesada, ni tiene los hombres y recursos para entrarle de lleno a los problemas que los ven a sus espaldas y no de frente.

Mi opinión pude parecer desmotivadora, la respuesta humana a verdades siempre lo es, y a esa actitud se le llama equivocadamente Negativismo. Mire y observe, reflexione un poco para atrás de lo que sus ojos ven. Todo lo que sucede, llámese como se llame el problema, tiene un fuego que lo alimenta: un esfuerzo continuo por hacer del fraude costumbre, se hable de lo político, se hable de la sociedad. Enmendar nuestras costumbres humanas, no es cuestión de personas ni de meses de campaña electoral. Así que, aunque sean motivo de fiesta las elecciones, en el fondo van acompañadas de dos voces: «¡Se acabó el juego!» y «¡Juego perdido!» que a su vez podría considerarse que siempre ha sido un autocumplido en todas las elecciones. A los pocos que están trabajando arduamente en la campaña, podría tentarlos a colgar la toalla lo que digo, ¡pero no es así! Ellos y nosotros los votantes, estamos cómodos con el proceso: unos porque se acercan a lo que quieren y otros con la esperanza de que la cosa cambie.

De tal manera que por otros años más, seguirán inquietándome los problemas nacionales, hasta que la muerte venga por mí, observando su aumento continuo a puertas cerradas. Mientras, observaré la gobernanza errática nacional y mundial, cada vez más disfuncional, destructiva y de pérdida continua de humanismo y naturaleza y esperando que la farsa electoral llegue algún día a su fin. Me encantan los bosques, esos mundos de especies verdosas, silenciosas y que parecen atemporales, testigos de cientos de millones de años de evolución biológica, cada vez más devorados, más escasos, producto de la ambición humana y la contaminación y eso me duele.

Mi dolor, una vez lo manifesté a mi compañero psiquiatra, que muy tranquilo me dijo: tu salvación es aprender a vivir con la pérdida. Eso lo interpreté como expresar y aceptar de forma permanente, en particular lo ido, sin posibilidad de resurrección; mirar el futuro directamente a los ojos y aceptarlo; acostumbrarme a cómo son las cosas; dejar de preocuparme. Aún no ha logrado cuajar todo ello dentro de mí, y creo que, como mis conciudadanos, que independientemente de lo que sucede y que se agravan los problemas, moverse dentro de ellos, es mucho mejor que nada. Pero hay otro consejo que es importante tomar: El primer paso en el camino hacia la paz mental, es obtener una descripción precisa de cómo será el futuro; luego aceptarlo y finalmente, dejar de lloriquear por el presente.

 

Artículo anteriorJuez envía a Solórzano Foppa y a Brito Torrez a Mariscal Zavala; programa audiencia para lunes
Artículo siguienteColusión, fraude y corrupción en adquisición de pasaportes Parte II