Pareciera que a lo largo de nuestra vida en lugar de perfeccionarnos nos condicionamos y la pauta en ello no la marca la reflexión o nuestros valores, sino las finanzas y las técnicas en todos los campos de nuestro vivir: la salud, la educación, el trabajo, la amistad, el entretenimiento, incluso el amor. Ese acondicionamiento es en todas las etapas de nuestra vida y cuando venimos a darnos cuenta del gran error cometido, ya es tarde, vamos para afuera.
De tal manera que todo lo que hacemos y mucho de lo que sentimos, va muy poco regido por una reflexión y es producto de lo que nos establece una opinión mediática, divulgada a través de los medios, por fuerzas de poder, que lo que menos les interesa es el hombre como ser humano, sino la creación de imágenes que favorezcan un consumismo a ultranza. Un ejemplo desde mi saber ilustra lo que digo. La salud desde el renacimiento se centra en consejos “para vivir mucho tiempo y mejor” y eso significa estar atento a lo que se come y bebe, discreción en el placer y el consumo y un montón de prácticas personales, que barajeaba el comercio, revestida en aquel entonces de alquimia, astrología y religión. Desde entonces, se ridiculiza al médico en muchas ocasiones por su afán de lucro ante el dolor y por ser fraudulento. Desde entonces, también existe el intento de eliminar las podredumbres del cuerpo, mediante la ingestión de todo y recurriendo a preparaciones químicas y rarezas de toda naturaleza, aprovechando en ello la vanidad humana y desde entonces todo eso, no ha perdido su fascinación.
En el campo de la llamada belleza corporal, otro tanto ha ocurrido, y así en muchas áreas del hacer humano y aunque los astros han perdido su fascinación en ello, la química y las farmacéuticas han venido a ocupar su puesto, sin que desaparezca del todo la medicina popular, la de los hechiceros y curanderos materiales y del espíritu.
Resulta entonces más que evidente, que con el tiempo, la actividad y el comportamiento humana y sus contenidos, cada vez más y en buena parte, se construyen por la inmediatez creada por intereses de algunos, al igual que muchas de las pulsiones y los deseos. Con eso, muchas de las enfermedades y comportamientos van uniformizándose dentro de los diferentes grupos humanos, creando comportamientos sociales de gran amplitud y conflicto. No obstante, en medio de ello y creo que, con mucha duda, se habla de libertades individuales y aunque esa escenificación del yo en cada medio sea legítima, está más que dirigida y no se puede decir que sea más valiosa para la sociedad. Estamos hablando y viviendo como nunca, de sometimiento y liberación, que en la actualidad se comportan como dos dinámicas que no logran ponerse de acuerdo y que más bien viven en eterna tensión. Y acá lo trágico: el papel de la política como mediador en esa dinámica, no logra imparcialidad y está capturado su hacer por los medios el mundo financiero e industrial, que la usan y hacen trabajar para su beneficio, dejando al hombre y su desarrollo humano, sus necesidades, fuera del centro de sus preocupaciones. El juego de ambiciones de unos pocos, se confunde con las ilusiones de muchos, encadenados a los dictámenes de esos pocos, sin que el afectado sienta ganas de descifrar su condición.