Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Cuando se revisa la historia del problema de la mala alimentación en nuestro medio, tan vieja como la conquista y colonización y se analiza las acciones con que este viejo problema se ha querido solucionar, cae inmediatamente en duda sobre los beneficios de las intervenciones realizadas. Creo que el error mayor en esto estriba en no concebir la adecuada alimentación, como manda la Constitución, como derecho humano. A mi entender, se nos manda comprender que el acto de comer, no es un acto de solo cubrir necesidades nutricionales de un individuo (cosa que hacen los programas de ayuda alimentaria en especie). ¡No! el acto de comer, es dentro de un análisis crítico, resultado o resultante que integra factores negativos económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales que se interconectan, llevando a una vida indigna en este sentido. A partir de este entendimiento, se deberían poner en marcha los planes nacionales, para atender y solucionar esta problemática. Resulta y he insistido una y otra vez, que parcialidades en ataque de la problemática, produce parcialidad en la solución. Siendo la mala alimentación, el principal problema de salud socialmente relevante, requiere una acción política integral y acorde y totalmente libre de conflictos de interés. Y eso significa, con mayor precisión, no solo seguimiento de las actividades positivas y negativas realizadas por los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, en temas de derecho a la alimentación, sino de la obligatoriedad de cumplimientos, para neutralizar los aspectos negativos de los factores arriba mencionados y que afectan alimentación y nutrición.

Por consiguiente, sociedad e instituciones y funcionarios, deberíamos tener claro que la lucha nacional contra la desnutrición, debe ir mucho más allá de simplemente adoptar un Plan Nacional de alimentación y nutrición, o de programas benéficos nacionales e internacionales. Significa tocar todos los aspectos ambientales, económicos, sociales culturales, que frenan el derecho a una mayoría y que tiene que ver con el accionar inadecuado de los tres poderes que propician con ello, un injusto sistema social imperante.

El y la mayoría de enfoques nacionales e internacionales para tratar este problema, ha omitido el impacto que en el problema juega una mala forma de gobernarse de la nación. O seguimos empleado dinero en programas alimentarios nutricionales (ayuda a los afectados en el presente) o trabajamos el problema como derecho por erradicar las deficiencias en alimentación. Es claro en estos momentos que ambos enfoques son necesarios para abarcar los aspectos retóricos, legales y prácticos. Si continuamos con una actuación en que los actores más poderosos pueden imponer y de hecho imponen lo que quieren, bajo intereses de otro tipo y sin rendición de cuentas, es indudable que tendremos problema alimentario nutricional activo por décadas, manteniendo el derecho a la alimentación y nutrición engavetado. Debemos estar conscientes, que el cumplimiento del derecho alimentario y nutricional, como el de todos los derechos, exige algo que dejan dentro del tintero la mayoría de foros nacionales e internacionales sobre este tema: la consolidación de la democracia, que es el fundamento de los derechos. La democracia solo se puede alcanzar, si la política activa se convierte en cosa de muchos y no de pocos, como en la actualidad está sucediendo.

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