Alfonso Mata
El mundo en estos tiempos que corren, se enfrenta a tres explosiones: Las crecientes aspiraciones de todo tipo en individuos y poblaciones, sin que medie de contención en sus desmanes, valor ético y moral alguno. Una guerra nuclear que apunta a más pronto que más tarde. Y un descalabro político-económico, de magnitud voraz e insaciable, sin precedentes. Y lo más temible de ello, es que esas tres siniestras situaciones, se enlazan cada vez más entre sí, con pronósticos impredecibles, para el futuro de la humanidad. Este es un problema que no puede resolver ni la ciencia, ni religión alguna, aunque su buen uso pueda servir de ayuda a su solución favorable.
Hoy por hoy, existen adelantos tecnológicos en las comunicaciones y en el análisis y ordenamiento de datos, que pueden abrir caminos y plantear cuestiones como nunca antes hubiera sido posible, para resolver los conflictos humanos actuales; pero al igual que la ciencia y la religión, resultan insuficientes para evitar el holocausto.
Hoy por hoy, conocemos que para saciar la desmedida magnitud de ambición y pasiones por “más y más nuevo”, hemos creado tal caos y catástrofes climáticas, ambientales y ecológicas, que no podemos prever en amplios grupos de población, más que dolor y enfermedad futuras, como producto de desequilibrios humanos y naturales que ya están actuando y actuarán.
Hoy por hoy, al hablar de nuestra estructura mental y emocional, encontramos dentro de las sociedades, mayor cantidad y multiplicidad de desviaciones mentales, como producto de las más diversas causas microbiológicas, toxicológicas, orgánicas, sociales, ambientales, que en conjunto producen una mayor parálisis de la mente, individual y social, provocando conductas y comportamientos, qué obligan a la mayoría aún “sálvese quien pueda”.
Hoy por hoy, ante esos eventos adversos, mientras no unamos resultados negativos con sus causas y las tratemos en simultáneo, como se hace para conservar la salud, en que no nos conformamos solo con saber y explorar cómo se enferma y que daña al enfermo, sino también exploramos y actuamos sobre las causas; esos tres males siniestros y el deterioro ambiental seguirán aumentando, hasta producirse un no retorno.
La situación nacional, también anda en un momento de implosión. Las generaciones de adultos y jóvenes, no se han percatado que al dejar a la deriva y sin responsabilidad alguna su participación política. Al dejar engordar la corrupción y la tolerancia a todo tipo de y Justicia. Al abonarse cada vez más con indiferencia a resolver esas tres situaciones, es solo cuestión de poco tiempo, para que esa anómala situación de un momento a otro se rompa y entonces esa parálisis, se transformará en muertes.
Ambas situaciones: la mundial, la nacional, en estos momentos exigen con urgencia cambio de actitudes y comportamientos, individuales y sociales; cuestión de reorganizar las ideas y alinearlas con la voluntad y el sacrificio y con un sentido de democracia. Un tono quejumbroso científico o religioso, lo único que hace es esconder una voluntad que subyugue el actual poder; esa que se necesita para aplastar y anular la maquinaria de los réprobos, que han causado este problema y padecimiento, llámese nacional o mundial.