Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Ucrania: Una tragedia que ante todo significa gran sufrimiento humano y sensación permanente de horror. Para el pueblo ucraniano, la guerra es realidad llena de impactos negativos, que afectan el destino de toda su sociedad. Esa guerra no es más que el producto de las diferencias y ambiciones político-ideológicas dentro y entre naciones contendientes, que no son dos sino docenas, que azuzadas por la ambición desmedida e inmoral de capitales, están orillando al mundo a cambios y consecuencias económicas de gran trascendencia para todos: caída de los mercados bursátiles, tasas de interés más bajas y lucha por un fortalecimiento de las monedas más grandes y que a la larga afecta las más pequeñas y de igual forma provoca un trastocado negativo de todo el comercio y las relaciones humanas. Importante y sobresaliendo en ello, la debacle en el suministro de energía con un impacto negativo en las economías.

En esta guerra mundial, con múltiples frentes y escalamientos de odios y venganzas entre las sociedades capitalistas y socialistas, ya no se sabe si es la propia guerra la que afecta al mundo comercial y financiero o las sanciones y la restricción de ventas y actividades inmorales humanas por doquier, pero ya no es un riesgo sino una realidad los daños físicos, sociales, financieros y comerciales, que rebasan las fronteras del enfrentamiento ruso-ucraniano, lo que tarde o temprano podría provocar una escalada de proporciones incalculables.

En este momento, no somos de los países más afectados por el conflicto, pero somos parte de la economía global; de un funcionamiento político y social global que se deteriora. Los efectos inmediatos y futuros, claro que terminarán afectando nuestros negocios de toda índole y probablemente empobreciéndonos más. La escalada de los precios de la energía, que cada vez son más globales, ya tiene consecuencias múltiples en nuestros mercados locales y en nuestras relaciones con otros países. Lo cierto: no se ve una regulación de esos antagonismos ideológicos a nivel mundial y ni unos ni otros están preparados, ni el mundo lo está, para prever y atender el cataclismo de todo tipo que se avecina, ante esa distención psicológica cada vez mayor entre los antagonistas. Un gran alivio en medio de ese caos es que la pandemia está comenzando a liberarse.

Pero la realidad que tenemos enfrente, va más lejos de lo que dijo un coronel sueco: Ucrania ha ganado la guerra de la información a nivel mundial. Putin sostiene su «operación militar especial». Va más allá de las pérdidas humanas que afectará a todos los padres cuando lleguen a casa ataúdes o cartas sobre la muerte de sus hijos en territorio ucraniano. Es lamentablemente dejar afuera al resto del mundo de algo que ya empezó.

Independiente del conflicto ruso-ucraniano: de que se hable de diferentes escenarios o desenlaces, al final, una vez más, la humanidad se muestra ante la historia incapacitada de concebir un alma humana que alcance una forma de vivir dentro de principios humanos de justicia, equidad y tolerancia. Seguimos viviendo en medio de brutalidades tribales primitivas en pugna, que van tras propiedades materiales, descansando su hacer en el robo y las iniquidades, sin lograr concebir una organización de naciones en igualdad legal y sin falsa superioridad moral.

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